La Llamada

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La música fuerte sonaba en el salón. Estaba presentando una nueva película semi-independiente, sobre una visión de la segunda Guerra mundial desde el punto de Corea. Me había tomado seis años terminar de escribirla, y poder presentarle la idea a Yoongi hyung, pero en cuanto lo leyó me alentó a hacerlo, el presupuesto era de algunas decenas de millones, su casa productora coreana, la independiente, había accedido a correr con los gastos de equipo y locaciones, como primer proyecto serio y por completo mío, me había aconsejado conseguir patrocinio para pagar las actuaciones, me llevó otros dos años lograr tener todo para comenzar la grabación, pero entendía su punto de vista, la película era prácticamente mía y cuando pude registrarla para varios festivales de cine a nivel mundial me di cuenta lo que implicaba que fuera mi película.

Había sido la premier, me habría gustado ver a mi familia, pero Hoseok estaba lleno de trabajo ahora que había abierto su propio bufete de abogados, Jimin estaba trabajando como modelo en Milán y mi madre, mi madre odiaba viajar, había logrado que viniera a verme dos veces en diez años y la entendía, yo no había regresado a Seúl desde que llegué a Los Ángeles por primera vez. Pero sabía que estaba conmigo en espíritu, me había llamado entrada su madrugada para desearme éxito, exigirme fotografías y darme mucho amor. Hablaba con ella al menos una vez por semana, pero durante esos pocos minutos me sentía como el niño de mamá que ella creía que era y no como el hijo de puta que realmente era.

La gente me felicitaba, hombres y mujeres intentaban seducirme, había perdido la cuenta de cuantas personas habían pasado por mi cama en estos diez años. Odiaba la sensación de impersonalidad que eso traía. No había tenído una relación formal, lo había intentado con una actriz, era pequeña, hermosa, y teníamos excelente sexo, pero no pude comprometerme, cuando ella me pidió ir a Corea y conocer a mi madre y hermano, todo se vino abajo. Me había hecho una promesa a mi mismo, y aunque intentara enterrar el enamoramiento juvenil que había tenido durante técnicamente toda mi vida, sus ojos cafés llorando mientras se disculpaba por no poder amarme seguían tatuados en mi alma. No podía regresar, cada vez se volvía más difícil aceptar que tal vez nunca podría. No había hablado con el en diez años, había escuchado su voz ocasionalmente, cuando Jimin intencionadamente me llamaba cuando estaba en Seúl, accidentalmente cuando le llamaba a mi mamá y él estaba presente. Pero nunca con Hoseok, me preguntaba si finalmente Taehyung le habría dicho lo que le dije antes de casarse y por eso evitaba cualquier mención de él durante nuestras ocasionales llamadas.

Una hermosa chica bailaba contra mi, movía su trasero contra mi miembro y a pesar de que en realidad no estaba interesado la fricción estaba haciendo su trabajo por si sola. Eran las dos de la mañana, consideré que sería suficiente tiempo para permanecer en mi propia fiesta.

-Espérame en la entrada, tengo que revisar algo- la chica asintió, ni siquiera sabía su nombre y dudaba que se lo fuera a preguntar. No era algo que me interesara en lo más mínimo. Busqué a mi asistente y lo encontré sentado en la barra.

-Yoohwan, termina con esto y ve a casa- ordené y suspiró.

-Te vi con la rubia de grandes pechos, ve yo me encargo de esto- dijo escribiendo algo en su agenda electrónica.

-¿Aun funciona eso? Un ipad, o una tablet haría el mismo trabajo si no es que mucho más cosas- puso los ojos en blanco. -Pero en serio, deja que el encargado del lugar termine todo y ve a casa, Hanna debe seguir despierta esperándote- Tenía poco de haberse casado, cuando no trabajaba conmigo dirigía cámaras en la productora de Yoongi hyung.

-Funciona bien niño- golpeó mi brazo suavemente -Gracias, en serio- se despidió y antes de que saliera, lo vi hablar con el encargado de la organización de la fiesta.

La rubia me esperaba, su vestido corto y sin mangas parecía no afectarle con el frío clima de la madrugada. Tomé su mano y le ayudé a subir del lado del copiloto. Estaba hablando, escuchaba su voz distantemente, más como ruido blanco. No tenía ni idea de qué decía, pero ocasionalmente participaba en su conversación unilateral con 'Oh' 'ah' 'ya veo'. Si me confesó su plan para terminar con la población mundial, no me enteré.

No soy un niño 🔞 KOOKTAEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora