Capitulo 4

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Melissa volvió al internado un par de días después, la frialdad y la tensión entre ambas era increíblemente evidente pero ninguna tenía la energía para lidiar con ello. Cuando Tina volvió aquella tarde, encontró a su hija mayor sentada en el jardín trasero con el grimorio sobre sus piernas, con el pergamino entre sus manos, pasando suavemente los dedos una y otra vez sobre el nombre de su verdadero padre, de su hermano, de aquella verdad que le había ocultado con tanto esmero.

—¿Jules?

—¿Qué tal el viaje? —preguntó cerrando el libro y limpiándose la mejilla en un movimiento tan rápido y discreto que casi logró engañarla.

—Bastante normal, a decir verdad...

—Imagino que se alegró de finalmente estar a miles de kilómetros de mí —hubo una pausa en la que solo se miraron, inseguras—. Ella... no sabe, ¿verdad?

—No, cielo, solo Michael y yo.

—Ok... —respiró profundo y se frotó las manos contra los pantalones—. Estoy lista.

—¿Estás segura? No tenemos que hacerlo ahora, has tenido muchas emociones fuertes y...

—Ya lo pospusimos demasiado, será mejor si puedo ayudar a resolver lo de... me ayudaría a lidiar con la culpa...

—La muerte de la directora no fue culpa tuya.

—Ella fue a buscarme.

—Igual lo habría hecho por Taylor.

—Tienes que ayudarme a recordar —le pidió, su madre le dio una mirada insegura—. ¿Qué?

—Solo creo que debes tomarte un poco más de tiempo para pensar esto, no tienes que...

—Má, dudo que dejar pasar más tiempo haga alguna diferencia —sonrió—, estaré bien. Llevo un año consciente de lo que soy y hay muchas cosas que no entiendo, muchas cosas que no... necesito saber la verdad. Ya me dijiste que construiste el muro en mi cabeza y Laura me dijo que solamente la persona que lanza el hechizo es capaz de quitarlo completamente y sabes que voy a tratar de cualquier manera.

—De acuerdo, si estás segura, vamos a hacerlo.

Pasó una media hora mientras su madre buscaba entre los cajones de su habitación, no se atrevió a espiar pero sabía, sin saber realmente cómo, que Tina contemplaba en silencio una pequeña libreta; así que aguardó en silencio hasta que volvió a salir con una sonrisa triste y mostrándole una hoja de papel con los bordes doblados por el tiempo; tomó algunas cosas de la cocina y después caminaron hacia el baño de arriba, la bañera comenzó a llenarse y la chica sintió su estomago revolverse mientras el vapor inundaba la habitación.

—Usamos el agua para encontrar serenidad y sabiduría, además es el mejor conductor de energía que hay —le explicó encendiendo las velas y colocándolas en cada extremo de la tina, después tomó un poco de sal de grano—. Las velas te ayudarán a encontrar el camino de vuelta, y la sal alejará cualquier energía negativa que intente adherirse a ti en el trayecto. Concéntrate en tus latidos si te sientes desorientada, estaré cuidándote desde este extremo.

—¿Es peligroso?

—No, tu mente ya ha fracturado la barrera, simplemente tienes que abrir la puerta.

—Ok... —suspiró, su madre le ayudó a entrar al agua y se recostó suavemente cuidando que el yeso envuelto en bolsas de plástico se mantuviera en el borde.

—Estarás bien —le dijo apretándole la mano, la chica asintió y su madre comenzó el hechizo en voz baja y firme, trató de calmarse y respirar profundo y de un momento a otro las palabras dejaron de tener sentido, la voz se volvió un eco y pudo ver la flama de las velas crecer; el agua comenzó a cubrirla, suavemente, como en un abrazo, envolviéndola cuidadosamente. Su cuerpo se hundió tan lenta y suavemente que no lo supo hasta que solo vio destellos sobre ella, arrastrándola cada vez más y más profundo, las últimas burbujas salieron a flote.

La Heredera (2) El Secreto de ElizabethDonde viven las historias. Descúbrelo ahora