Capítulo #6

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            Desperté en una habitación de paredes claras y muebles lujosos, parecía el cuarto de un hotel cinco estrellas. Sintiéndome algo desorientada, miré a mí alrededor; estaba acostada en una cama matrimonial, muy grande y realmente cómoda. A un lado de la cama había una mesita de luz con una lámpara sobre ella, frente a la cama un escritorio muy amplio con algunas cosas apoyadas encima, y contra una de las paredes había un armario enorme. Vi la puerta de la habitación pero supuse que estaba cerrada, y también había otra puerta, esa estaba abierta, era un baño.

            De pronto los recuerdos se aparecieron en mi mente; dos hombres acorralándome en una calle oscura en medio de la tormenta, Niall Horan besándome, tocándome...

            Los recuerdos eran demasiado vívidos, demasiado dolorosos.

            Me levanté de la cama y corrí hacia el baño tapando mi boca con una mano, al llegar me incliné sobre el inodoro y comencé a vomitar de una forma casi convulsiva.

            Asco, eso era lo que sentía al pensar en Horan.

            Cuando por fin me sentí mejor me volví hacia el lavabo y lavé mis manos y mi rostro. Descubrí un cepillo de dientes nuevo, sin usar, y una pasta dental. Me cepillé los dientes, tratando de no pensar en nada, y al terminar me puse a hurgar en el botiquín del baño hasta encontrar unos comprimidos para aliviar el dolor muscular. Ingerí dos y regresé al cuarto.

            Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando vi que sobre un escritorio había ropa, unos zapatos, unos accesorios y un bolsito lleno de maquillaje, acompañados por una nota:

            "Vístete con esto, disimula tus heridas y reúnete conmigo en el comedor.

            No me hagas ir a buscarte.

            ~NH."

            Las manos me temblaron al leer la nota, y de nuevo sentí náuseas.

            Pensé en tratar de huir, pero no tardé en desechar la idea. ¿A dónde podía ir? No podía ir a casa, tampoco podía volver al hotel con Agus y Kevin, no sabiendo que Niall me buscaría.

            Regresé al baño y encendí el agua caliente de la ducha. Me quité la ropa de la noche anterior, la cual estaba rota, sucia y con manchas de sangre... Unas cuantas lágrimas se escaparon de mis ojos pero de inmediato me contuve, no tenía que llorar, tenía que ser fuerte. Solo así lograría sobrevivir a todo eso sin volverme loca.

            Me metí a la ducha. El suave golpeteo del agua caliente contra mi cuerpo congelado fue algo relajante. Mientras me limpiaba observé mis numerosas heridas, tenía múltiples moretones en todo el cuerpo, toda mi intimidad me dolía, y mis muñecas estaban en carne viva después de todos mis intentos por soltarme de las esposas. Cuando me puse a enjuagarlas para quitarle los trozos de sangre coagulada comenzó a sangrar de nuevo y dolerme mucho, tuve que abandonarlo al entender que lo que estaba haciendo era inútil.

Stockholm Syndrome // Niall Horan //Donde viven las historias. Descúbrelo ahora