5.

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SiCheng siempre había sentido que realmente no encajaba en ningún lugar.

Era muy tosco y brusco como para jugar con los omegas de su grupo, pero muy delicado como para convivir con los alfas.

Pero de todos los betas que conocía, él era el único con ese problema.

Los demás betas se habían adaptado a convivir con los alfas, creyéndose algo que no eran. Betas con complejo de alfa.

Fueron justamente ese tipo de betas que le hicieron la vida imposible. Dios, odiaba tanto a esos betas con complejo de superioridad.

Nunca entendió, ¿porqué creerse algo que no eran? Por más que actuaran como un alfa no se convertirían mágicamente en uno. Debían aceptar el como eran.

En toda su vida siguió topándose con esa clase de personas, fingiendo ser algo más. Pero nadie le molestaba tanto como él.

Yuta Nakamoto.

Otro beta que se creía alfa, y oh vaya, actuaba igual de molesto que uno. No solo eso, era hijo de un exitoso empresario japonés, lo que le daba inmunidad a muchas de las reglas de la preparatoria.

No piercings. Tenía cinco.

No uñas pintadas. Llevaba nail art.

No llevar el pelo largo, ni de colores extravagantes. Él tenía el cabello hasta los hombros, y cada semana llevaba un color de cabello distinto. Se preguntaba si tantos químicos no le habían derretido el cerebro.

Yuta tenía tantas ventajas en la vida, parecía que todo el ego se le había subido a la cabeza y no podía hacer más que alardear de lo grandioso que era.

Lo odiaba.

Trataba de no acercársele demasiado, simplemente no quería tratar con él.

Pero ese día parecía no tener opción.

Lunes, 25 de enero, todo había comenzado bien, había llegado a tiempo a la escuela y soportado la molesta voz de sus maestros hasta el descanso. En sus manos llevaba un pequeño postre de chocolate que le daría a Lucas como regalo de cumpleaños.

Caminaba tranquilamente por el pasillo de la cafetería para reunirse con sus amigos, hasta que sintió como alguien chocaba con él y lo hizo tropezar.

Mierda.

Mierda, carajo y maldición, las únicas palabras que se le venían a la cabeza. Ahora el chino se encontraba tirado en el piso con el pastel ensuciando su ropa, y la cereza del pastel, fue ese molesto beta quien le hizo tropezar.

— Ah... — Escuchó como el chico de, ahora pelo rojo, suspiró. — Debes tener más cuidado por dónde caminas, ¡pudiste manchar mi ropa! Que suerte tienes de que me quité a tiempo...

Dios, lo odiaba tanto.

— Qué carajos... — Susurró, mientras se levantaba del suelo. — ¡Tú fíjate en dónde vas, engreído de mierda!

El pelirrojo río, una risa llena de arrogancia.

Sintió como la mano del japonés tomó su rostro con fuerza, y lo jaló para tenerlo más cerca. SiCheng solo pudo atinar a contener la respiración al tener al contrario a meros centrímetros de sí mismo.

— Tienes suerte que no quiero meterme en problemas, Dong SiCheng. — Dios, la manera en que dijo su nombre le dió escalofríos.

El chico soltó su agarre en el rostro del chino bruscamente, y éste por poco cae de nuevo al suelo, y pudo ver cómo Yuta le dedicaba una sonrisa antes de irse.

¿...Qué mierda fue eso?

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Cuando finalmente logró llegar a la mesa en donde sus amigos estaban sentados, se dió cuenta de que el chico cumpleañero faltaba.

— ¿Y Yukhei? — Preguntó, ignorando las miradas de los demás en aquella gran mancha café en su pecho.

— Faltó — Respondió Dery, quien era el único que compartía un salón de clases con el moreno. —, ni idea del porqué.

— ¿Entonces saldremos mañana? — Ahora Ten, quien parecía más emocionado por pasar tiempo con su crush fuera de la escuela, que por el festejar a su amigo.

Bueno, a pesar de lo horrible que iba el día, SiCheng tenía al menos un poquito de suerte.

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Omega En Secreto || LuKunDonde viven las historias. Descúbrelo ahora