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la castaña suspira mientras se agacha para buscar su botella de agua tratando de recuperar su respiración después de dos horas de entrenamiento seguidas.
―estas bien entrenada, quien era tu sensei?―pregunta johnny
esta era su segunda clase por lo que ya suponía una confianza para preguntarle a la joven pero helena se queda helada al escuchar su pregunta, que debía contestar?
―alguien―titubea―no muy conocido.
este alza una ceja pero decide callarse, sino quería hablar no la iba a obligar.
―eso tiene que ver con que no le cuentes a miguel?―esta asiente, se crea un silencio por lo que el sensei decide romperlo―haz unas treinta lagartijas y estas libre por hoy.
―okey―dice esta dejando el agua de lado
johnny lawrence se va para su oficina mientras esta seguía haciendo los ejercicios.
―terminé―avisa esta entrando a la oficina
―bien puedes irte―esta asiente y se da media vuelta para irse pero esta gira otra vez para hablarle
―le contará al sensei john?―pregunta algo tímida, no sabía si estaba metiéndose en donde no debía.
―no lo sé, él ya se ocupa de los demás chicos cuando no estoy―esta asiente
y es que esa noticia la aliviaba en gran parte, no le había caído muy bien el sensei john cuando lo conoció, algo en él le era raro para helena.
―gracias por la clase de hoy, sensei―esta le sonríe y él también―nos vemos mañana.
―chau, hasta mañana―este intenta hablar en español a lo que esta ríe
―también practicaremos su español, sensei―grita mientras se va
este sonríe, le caía bien la pequeña latina.
(...)
―es necesario?―helena mira a su madre―puedo sobrevivir sin ir a la escuela.
―sé que en ecuador suspendiste varias clases, así que vas a ir igual te guste o no―esta pone la comida en la mesa―nuevo comienzo implica ir a la escuela
suspira sientiendose derrotada, no faltaba mucho tiempo por eso iba a aprovechar cada momento de sus preciadas vacaciones.
una vez que terminan de cenar avisa a su madre que iria de miguel pero al abrir la puerta se encuentra con este, ambos ríen.
―estaba justo por ir a tu casa―le comenta esta
―quiero mostrarte algo, vienes?―esta asienta, agarra su chaqueta y salen por la puerta.
después de caminar un par de minutos fuera, esta decide preguntar
―donde vamos?―miguel mira para poder cruzar la calle
―tenia ganas de tomar un helado―sonríe―además tengo varias cosas en la cabeza.
―otra vez con las chicas miguel?―suspira esta―no es más fácil para ti enamorarte de un chico?
―no me gustan los chicos―este gira los ojos, necesitaba contarle ya sobre tory―para ti es más fácil enamorarte de una chica?
―no lo sé―alza los hombros―cuando me pase te diré.
miguel sonríe cuando ve que no estaban muy lejos de la heladería. una vez con sus respectivos helados ambos se sientan en una pequeña banca para dos personas.
―entonces...
―recuerdas al sensei kreese, no?―asiente―bueno él ha estado entrenándonos por hoy, el sensei lawrence tuvo un inconveniente
helena lo sabía por esa misma razón habían cancelado el entrenamiento de hoy, esperaba que esté todo bien con su amigo, no sabía si miguel sabía o no la razón por eso solo asiente a lo que su amigo decía.
―bueno él ha estado hablándonos sobre no tener piedad―alza una ceja no comprendiendo, miguel suspira―s-se que por ahí no entiendes o no sabes que consejo darme pero quería hablar de esto con alguien y...
―tranquilo miguel, siempre me has contado todo incluso sobre tus proyectos extraños en química―este ríe―esto es pan comido.
―también hablé con tory―helena siente como si clavaran un poco más un cuchillo en su corazón al escucharlo nombrarla.―y ella me dijo que la vida es dificil, que no debemos mostrarle piedad, creo que tiene razón, la vida cuando me ha mostrado piedad? tu sabes lo que pasamos con mi madre...
―pero las personas si te pueden mostrar piedad, miguel.―esta se gira hacia él para quedar cara a cara―mira lo que eres ahora antes se metían contigo, tienes amigos hasta incluso tienes novia, la vida te dio la oportunidad de aprender karate. el sensei lawrence te mostró piedad y te enseñó. no todo en la vida es una pelea de karate, la vida real tiene sus blancos y negros pero también sus grises, puedes mostrar piedad.
helena no quería que miguel cometa sus mismos errores, y no tener piedad había sido uno de sus mayores errores.
―dios, te extrañé
esta ríe cuando miguel pasa sus brazos por encima de ella en forma de abrazo, dejando un beso en su frente.
―yo no mocoso insolente salí de acá―esta lo empuja
su celular comienza a sonar cortando con todo tipo de sonrisa que provenía de helena al ver el nombre pero este es arrebatado por miguel que reía, el miedo se hace presente en su cuerpo.
―hola?―habla este y pone en alta voz
helena rápidamente intenta sacarle el celular pero este al ser más alto que ella logra elevarlo para que no lo agarre.
―miguel dámelo―dice tratando de no enojarse.
―helena, quien es miguel?―se escucha del otro lado
―quien habla ahí?―ahora es el turno de miguel de hablar
helena rápidamente pisa su pie y le arrebata el celular.
―no puedo hablar ahora, después te llamo.―esta corta sin esperar respuesta
helena mira a miguel con su ceño fruncido y sus brazos abiertos mientras este se reincorporaba.
―que te pasa miguel?―cuando helena se enojaba empezaba a hablar en español y nadie podía hacerla entrar en razón
―yo...
―no es gracioso yo no agarro tus cosas, mucho menos tu celular―esta niega enojada―no toques más mis cosas y mucho menos atiendas mis llamadas.
―por qué tanto interés en que no atienda tus llamadas? quien es ese?
―no te incumbe―esta se cruza de brazos
―creí que éramos amigos, que nos contábamos todo.
―no pensabas lo mismo cuando me dejaste de hablar, incluso cuando yo te escribía todos los putos días. los amigos no hacen eso.
esta no dice más nada porque empieza a caminar dejándolo con las palabras en la boca.
