Capítulo 2

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Narra Leah.

Miré mi viejo reloj Casio de goma que tenía en la mano derecha, aún controlaba la situación horaria. El sol comenzaba a salir por alguna parte entre los edificios y casas, había comenzado a coger el hábito de levantarme pronto para lo que solía llamar yo "exploración".

Cuando todo sucedió, y me vi completamente sola, tardé un tiempo en asimilar que al parecer nadie vendría a ayudarme. Al principio empecé a notar como entraba en una depresión, y ansiedad sin fin que hizo que comenzara a descuidar parte de mi alimentación, aseo personal y poco a poco mi mente.

No soy capaz de describir qué sucedió el buen día que decidí no continuar, pero entré en la casa más bonita que encontré por la ciudad, con grandes ventanales en el salón que daba a un precioso jardincito el cual debido al extraño cambio climático y de fauna que hubo se veía realmente único. Había tardado horas mirando por la ventana mientras sobre mi regazo tenía sujetando con fuerza una soga.

Estaba luchando con el miedo a morir, o mejor dicho, con el miedo a sentir dolor. Encontrar formas de morir sin sufrimiento en aquellas condiciones eran realmente complicadas, y ninguna me aseguraba la culminación total salvo aquella. Cuando por fin me decidí un fuerte ruido contra la ventana hizo que abortara la misión, algo se había chocado contra el cristal, asustada fui a verlo y me encontré con el motivo que mantuvo con vida. Un pájaro pequeño de colores grises.

Al principio no me lo creía, pues en todo aquel tiempo no me había encontrado ningún animal vivo, pero aquella ave estaba delante de mí, herida con un ala rota. Lo siguiente fue llevarlo a donde dormía, el refugio con el que estuve con los supervivientes. No tardé en ponerle un nombre al animal, me pareció de lo más justo llamarlo Pam, como el sonido del golpe que se pegó contra el cristal.

Me las ingenié para buscar alimentos para pájaros en las tiendas de animales cercanas y curas necesarias para hacer que su ala se curara lo antes posible, había noches en las que Pam decidía hablar conmigo y comenzaba a trinar, con el tiempo encontré una jaula portátil para llevar de excursión a mi nuevo amigo. Pasamos de explorar tiendas de animales a visitar casas, las cuales encontrábamos objetos, fotos, diarios, cartas... Detalles que nos llegaban a contar las historias de las personas que existieron en cada una de ellas.

Pasaron meses en los que Pam se recuperó de su ala, se había hecho tanto a mí que solía apoyarse en mi hombro y dormir en la capucha de mis sudaderas, pero nunca llegaba a volar. Quizás por miedo, y en cierta parte tampoco quería que se fuera.

Hubo una despedida, posiblemente la más dura que había tenido en toda mi vida, pero sabía que Pam era un alma libre, así que esa tarde hice el camino a la casa donde lo conocí más largo de lo habitual, lo llevé hasta el jardín y lo apoyé en mi mano. No fue necesario decirle nada más, aquel pequeño animal y yo ya nos lo dijimos todo durante aquellos meses que yo lo salvé y sin saberlo él me salvó a mí.

Le sonreí,levanté las manos en alto y Pam voló por el cielo libre junto a los suyos.

Desde ese día comencé a explorar las historias de las casas cercanas, decidí mudarme a la casa en la que conocí a mi último amigo y comencé a coleccionar cosas viejas que me gustaban.

La zona con los años se había vuelto bastante conocida, así que cada vez me alejaba cada vez más para explorar y me acercaba a casas en las que la fauna había comenzado a invadir algunas estructuras. Los cristales se habían roto de alguna ventana, y la madera de alguna puerta ya no estaba o había comenzado a pudrirse.

Juzgar por la situación parecía que habían pasado años, y el mundo desde el accidente había comenzado a tener cambios notorios en la vegetación, como apariciones de nuevas plantas que no había visto jamás, extinción de otras como por ejemplo las margaritas... Incluso Inviernos demasiado fríos con algunas nevadas bruscas, mañanas más cortas, meses sin días... Demasiado extraño o diferente a lo que la humanidad estaba preparada, pero era la única y tenía que acostumbrarme a vivir con los cambios que estaba haciendo la tierra.

InvadersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora