Capítulo 8: La Desgracia

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Esa misma noche, de camino a casa...

Al fin, hoy 22 de noviembre volví a mi casa. Estábamos de camino a casa con mis padres en el auto. Recordé que hoy fue el cumpleaños de Ángel, así que le compré un regalo y planeaba traérselo en la noche a su casa, estaba muy feliz.

Justo cuando miré por la ventana para ver por donde íbamos, pude ver a Ángel junto a esa chica: Amelia. Tenía el rostro sonrojado al igual que la chica. En ese momento, me sentí muy triste. Se formó un nudo en mi garganta e incluso
empecé a gotear unas lágrimas.

Al llegar a casa, fui la primera que entró. Me fui a encerrar a mi habitación, donde tranquilamente; lloré. Mientras lloraba, recordé lo que me dijo Ángel esa noche:

-Escucha Isabel, no puedo corresponder tus sentimientos pero no quiero
dejar de ser mi amigo.

Esas palabras, eran muy dolientes pero a la vez suaves. Cuando pensé en eso, solté lagrimas sin parar. Para que nadie me escuchará, puse mi rostro pegado a mi almohada. Esa noche me sentí...devastada. Siento que cada día que pasa, Ángel se olvida de mi. Siempre lo veo desde la
ventana de mi cuarto, pasa caminando con la chica de la que hablé antes. Incluso, a veces van agarrados de la mano.

En fin, este día ya habíamos cenado. Prácticamente solo llegamos a casa a dormir. Entonces, antes de dormir, tomé una página y empecé a escribir una carta para dársela a él.
Pasé horas escribiendo en la carta, luego la doble y la metí en un sobre. Al guardarlo, revisé mi celular y eran las 12 p.m. Ya era muy tarde. De repente, sentí ganas de llorar de nuevo, así que lloré hasta lograr desahogarme. Pasaron ños minutos y termine durmiendo en mi almohada llena de lagrimas.

Al día siguiente...

Mientras estaba dormida, sentí una vibración. Era mi celular avisando que tenía un nuevo mensaje. Cuando revisé mi buzón de mensajes, me sorprendí mucho. Tanto, que creí que estaba delirando ya que apenas me había despertado.
Era Ángel quién me había escrito a esa hora. Me estaba diciendo si quería salir con él y Matías. Como ya teníamos bastante de no salir los tres juntos, esta era una gran oportunidad. Quería salir, pero aún me sentía triste por lo de ayer. Ni siquiera pude darle su regalo a Ángel.

En fin, decidí aceptar porque no tenía nada que hacer y tal vez hoy si pueda darle el regalo. Eran las 8 a.m, me bañe, me aliste y como mis padres ya se habían ido a trabajar; me fui de la casa con la llave.

Al salir de casa, afuera por la parada de autobuses, estaba Matías esperando a Ángel y a mí. Cuando me vio llegar, me saludó y me dijo que Ángel llegaría en pocos minutos. Entonces, me senté a esperarlo. A los cinco minutos, llegó Ángel a la parada. Ya los tres juntos, esperamos
un autobús el cual llego a los segundos. Mientras íbamos camino al centro comercial de la otra ciudad, yo iba sentada a un lado de ellos dos y sutilmente, observaba a Ángel con sus audífonos.

Aún me sentía triste, pero al verlo a él; sentí que todo se esfumaba como si nada hubiera pasado. Al llegar a nuestro destino, nos bajamos del autobús y fuimos a divertirnos un rato, justo como lo hacíamos antes. Fuimos a un centro
de video juegos, luego nos dirigimos al famoso juego llamado “Láser Tag”. A los 20 minutos, fuimos a un café para comer un rato. Platicamos un rato sobre que haríamos para navidad. Cada quién proponía su idea y al final se decidió que iríamos a casa de Ángel para comer y celebrar
juntos. Matías propuso invitar también a Elisa, Emilia y Aurelia para despedirnos de ellas ya que el otro año; ellas harán su bachillerato en el
extranjero.

Entonces los tres aceptamos invitarlas. Más tarde, para terminar nuestro paseo, fuimos al cine a ver una película. Como a los tres nos gusta la comedía, decidimos ver una película de ese género.

El Corazón Latente de Un Adolescente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora