Capítulo XXVI

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JIMIN

El viento azotó mi cara y se agitó en mi ropa. El silbido agudo en mis oídos, mientras caíamos ahogaba todos los otros ruidos, incluido el latido de pánico en mi corazón.

Íbamos a morir.

Grité contra el pecho de Yoongi, agarrándome tan fuerte que estaba seguro de que ni siquiera el impacto lograría separarnos. El aire era extraño aquí, añejo y viejo, como si hubiéramos encontrado nuestro camino hacia un ático lleno de humedad. No sabía qué lo había causado, pero sí que había obligado a Yoongi a perder el control de su cuerpo, y ahora estábamos perdidos.

Esto era todo.

Me preparé para el impacto oprimiendo mi cuerpo y contrayendo los músculos de mi espalda, como si hacer eso, podría evitar que impactáramos contra el suelo. Pero entonces, el viento se detuvo. El aullido en mis oídos se desvaneció. La fuerza de azotes contra mis mejillas desapareció.

Me atreví a abrir los ojos. Seguíamos cayendo, pero nuestra caída se había ralentizado. Con los ojos abiertos, miré por encima de mi hombro para encontrar que de alguna manera había logrado extender mis alas. Se habían estirado a lo largo y orgullosas, y se mantuvieron firmes en su posición. El aumento de la resistencia ayudó a aminorar nuestro descenso, y nos dirigimos a la tierra como palomas descoordinadas y altamente confundidas.

Al segundo que aterricé, de rodillas, sin gracia alguna, solté a Yoongi y caí de costado. Mi cuerpo palpitaba por el miedo a lo que debería haber sido una muerte segura. Una de mis alas se plegó debajo de mí, mientras que la otra permaneció extendida como si fuera un pájaro al que se le rompiera un ala. No podía comenzar a preocuparme por lo ridículo que me veía, todo lo que me importaba era el hecho de que Yoongi y yo seguíamos vivos.

—¿Jimin? —Yoongi corrió por el escaso espacio que nos separaba y me sujetó por la espalda. Parpadeé hacia él, todavía aturdido por lo que había sucedido.

—Estoy bien —dije, pero no estaba seguro de que lo dijera en serio—. ¿Tú estás bien? Tus alas...

—Estoy bien. Lo que siento no importa. ¿Estás seguro de que no estás herido? —pasó una mano por mi frente y luego los dedos por el pelo. Estaba bastante seguro de que estaba buscando sangre, pero no encontraría nada. Aparte de las rodillas magulladas, salí de nuestra caída libre hacia la muerte sin un rasguño.

—Estoy bien —dije de nuevo—. ¿Qué pasó? me desperté, y estábamos en el aire, y...

—¿Qué pasó? —repitió, la expresión en los ojos de Yoongi era enardecida—. Necesito saber qué te pasó primero. Estabas allí de pie y, de repente, ya no estabas. Tus ojos estaban muertos y tu alma se sentía como si se hubiera ido, como si tu cuerpo estuviera vacío.

Cerré mis ojos. La imagen de lo que había visto estaba grabada en mi memoria.

—Fue una visión —le dije.

—¿Una visión de qué?

Mantuve mis ojos cerrados, tratando de recordar cada detalle.

—Pasó de la noche a la luz del día en un abrir y cerrar de ojos. Te habías ido y yo estaba de pie aquí solo cuando alguien salió de la cueva, el hombre mayor con el pelo de color claro que viajaba con tu grupo.

—¿Dongwu? —me preguntó—. ¿Alto, significativamente más delgado que yo o cualquiera de mis hombres de armas?

—Sí —esa descripción encajaba con el hombre que había visto perfectamente—. No sé hace cuánto se despertó, pero... pero sé que lo está. Salió del pasaje que salía de la caverna y parecía estar... bueno... desconcertado. Luego se fue al bosque. Donde quiera que esté, está en problemas. Si no tiene a alguien que lo reintroduzca en la sociedad, expondrá la existencia de dragones al mundo. Cuanto más tiempo esté solo, más peligro corre... y si más peligro corre, más probabilidades hay de que ese peligro también nos encuentre a nosotros.

✿੭┆アルファの目覚め ៚ YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora