Capítulo I

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JIMIN

—¿Jimin? —dijo mi madre, Sooahn, mientras me apresuraba por las escaleras de nuestro apartamento del segundo piso—. Donde quiera que vayas hoy, asegúrate de llevar contigo la bolsa de viaje.

Me detuve justo antes del último escalón. La planta baja se había convertido en una tienda de magia que Mamá tenía y donde recibía a sus clientes, y la escalera terminaba en la habitación trasera que había establecido para los servicios de té y otros eventos especiales. Estaba sentada en nuestra mesa de té, con una taza humeante colocada en la mesa frente a ella.

El incienso de Nag Champa se quemaba en otra parte de la tienda, su olor era débil, o tal vez solo era mi sentido del olfato. Pasar la infancia creciendo en la famosa Magic Shop de Eureka Spring me había embotado la nariz con incienso, hierbas secas y velas aromáticas. Apenas olía la lavanda que Mamá guardaba debajo de mi almohada para invocar los sueños lúcidos.

—Solo voy a salir a caminar por el bosque, Mamá.

—Oh, lo sé, cariño —Mamá envolvió sus manos alrededor de la taza de té y se la llevó a sus labios de pétalo de rosa. Cuando volvió a dejar la taza, un tenue anillo de color teñía la porcelana—. Pero ya sabes cómo me preocupo. Solo... asegúrate de tener contigo tu bolsa de viaje, ¿de acuerdo? Son solo unas sabias palabras.

Me dirigió una aguda mirada, del tipo que me decía que no dudara de ella. Había visto esa mirada antes. No era muy frecuente que Mamá estuviera equivocada, y lo sabía. La última vez que dudé de sus "palabras de sabiduría", caí de bruces sobre un montón de abono en un erróneo intento de salvar a un gato que no quería que lo salvaran. Quitar el olor a calabaza podrida de mi cabello, fue algo que nunca quisiera volver a hacer. Se queda en todas partes. De verdad.

Decir que era torpe era una subestimación; combinado eso con la mala suerte (de la que ni siquiera con el famoso Smudging de Mamá podría tomar ventaja), era una maravilla que no hubiera logrado romperme todos los huesos de mi cuerpo, y era un completo milagro el que nunca me hubiese roto uno. Ni siquiera mi dedo meñique.

—Tienes razón, Mamá. Iré a buscarla —me di la vuelta y comencé a subir las escaleras para coger mi bolso de supervivencia, pero antes de que pudiera alejarme, ella volvió a hablar. Me detuve a escuchar.

—Y Jimin...

—¿Si Mamá?

—Ten cuidado cuando des el anteúltimo paso ¿de acuerdo?

Eso era fácil. Sonreí y me apresuré a subir las escaleras. Mientras menos luz diurna desperdiciara, mejor. Quería estar en las rutas de senderismo tanto como pudiera hoy.

—Gracias Mamá. Me aseguraré de que-

A dos pasos del rellano superior, mi pie se enganchó en la parte inferior de la escalera. Grité de sorpresa y me caí con toda la gracia de un oso negro borracho. Mis manos rasparon los escalones, y aterricé con fuerza sobre mis rodillas. Todo el aire salió de mis pulmones, y por un segundo, permanecí donde había caído para recuperar el aliento. Mi corazón estaba listo para saltar fuera de mi pecho después de esa pequeña sorpresa.

—¿Estás bien, cariño? —Mamá llamó desde abajo. La planta baja ya no estaba a la vista, pero sabía que había oído todo. No me había caído exactamente con gracia. Al menos, esta vez, no había caído en las sobras en descomposición de la cena de Acción de Gracias de alguien.

—Estoy bien, Mamá —me levanté, contuve la respiración y decidí seguir adelante. Una caída no iba a detenerme. Estaba hecho para aguantar cosas más duras que eso.

✿੭┆アルファの目覚め ៚ YOONMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora