La recámara de Atsumu era grande, color verde claro y decorado con algunas vaquitas, las cuales eran sus favoritas desde que era pequeño. A Atsumu siempre le gustó ese tipo de vida, pues desde niño vivió un tiempo con sus abuelos en una gran y hermosa granja, sembrando alimentos para ellos y jugando con sus animales de vez en cuando. Le recordaban mucho a una de las mejores etapas de su vida, por eso decidió decorar su habitación con ellas.
En el techo de su habitación, habían dos ventanas de tamaño mediano, por las cuales traspasaban los rayos de sol, proporcionando más luz al cuarto. Ambos se echaron sobre la cama, dejando que los rayos solares les dieran en el rosto, así relajándolos pues estaban exhaustos, el viaje fue duro y largo, así que el rubio no quiso levantarse, ignorando un poco a su novio cuando éste le sugirió salir a comer algo.
— Aquí estoy yo, ¿por qué no me comes a mi?
Preguntó de manera coqueta. Oikawa no pudo evitar reírse a carcajadas por ello, pero cuando notó el puchero de su novio, dejó de reír y se acercó a donde estaba, abriendo paso entre sus piernas y así tener un poco más de cercanía con su cuerpo y ponerse encima de él, observando con detenimiento aquellos ojos color miel que tanto estaba deseando ver. Comenzó a acortar la distancia entre ellos y lentamente fue besando su rostro, desde la nariz hasta el borde de sus labios, quería ser un poco travieso con Atsumu, así que evitó besar su boca. Quería, de cierta forma, dejarlo con las ganas. Siempre quiso eso. Atsumu lo notó y frunció el ceño. Claramente estaba molesto por ello, así que tomó la camisa de Oikawa y plantó sus labios sobre los de él. El castaño quedó sorprendido ante tal acción, abriendo sus ojos como señal de asombro, pero no le molestó, en lo absoluto. Cerró los ojos para concentrarse y disfrutar más de la perfecta sincronización con la que se movían sus labios, y de pronto, sus lenguas comenzaron a hacerse presentes en el beso, dándole aún más de intensidad a este. Sus respiraciones se escuchaban en esas cuatro paredes, al igual que el sonido de las aves afuera. Hacía un día hermoso, pero lo era aún más porque estaban ellos juntos.
— ¿Por qué me hiciste eso?
Preguntó el rubio molesto, sin querer alejarse tanto del otro. Oikawa tenía una expresión divertida, tomó su rostro con las manos y volvió a besarlo, esta vez sus labios se movían lentamente, dándose ligeras mordidas en ocasiones.
— Sólo quería divertirme un rato.
( . . . )
Tooru se encontraba en la cocina preparando onigiris, los cuales eran los favoritos de Atsumu, quería sorprenderlo antes de que bajara a comer junto a él.
— ¡¡Tooru Oikawa!!
Gritó el rubio desde el cuarto de baño. Podía notar el enojo en su voz, pero aún así estaba sorprendido por ello. Dejó las cosas en la mesa y se quitó los guantes para subir a ver qué había sucedido. Abriendo la puerta, Atsumu volteó a verlo y señaló sus hombros y cuello. Estaban completamente rojos e hinchados por las mordidas.
— ¿Por qué tenías que dejarme tan marcado, Oikawa?
El castaño rió al ver su molestia y se quitó la camisa que llevaba puesta, que por cierto, estaba mal abrochada. Señaló su espalda, dejando ver lo roja que estaba y replicó.
— Bueno, no me quejé de que me hayas rasguñado tanto, Miya.
Se vistió nuevamente con la camisa y fue a donde estaba Atsumu, abrazándolo por detrás y descansando la barbilla sobre su hombro, girando el rostro para quedar a pocos centímetros de su mejilla, para así poder darle un corto beso.
— Bien, vamos a comer, pequeño grosero.
( . . . )
El dulce sonido de los grillos y las hojas moverse contra el viento fueron lo más hermoso de aquella noche. Ambos habían optado por salir un momento a caminar, justo después de que el sol se ocultó. Estaban en un parque cerca de la casa de Atsumu y se habían acostado sobre el césped. El clima era perfecto, ni calor, ni frío, solo la temperatura adecuada para estar fuera. Las estrellas comenzaban a verse sobre el cielo al igual que la luna, y ambos tenían sus dedos entrelazados, parecía una cita nocturna. El joven rubio sacó de su bolsillo delantero su celular y entró a su playlist favorita para poner una canción y ambientar el momento. Impossible de Nothing But Thieves comenzó a sonar.
— I could drown myself in someone like you. I could dive so deep I never come out. I thought it was impossible, but you make it possible.
Atsumu cantó ese pequeño fragmento de canción mientras observaba detenidamente a Tooru. Sus ojos poco a poco empezaron a llenarse de lágrimas, pero rápidamente las secó y se levantó para poder sentarse cómodamente. Aclaró su garganta y decidió hablar luego de unos segundos tratando de decir algo.
— Como sabrás, Nothing But Thieves es de mis bandas favoritas. — Carraspeó. — Y, cuando escuché esta canción, no pude evitar pensar en ti. De hecho, si hubiera salido antes, te la habría dedicado el mismo día que te pedí ser mi novio. Pero bueno, supongo que si llegó ahora, fue por algo, ¿no lo crees?
Atsumu se quedó callado unos segundos, y decidió hablar nuevamente antes de que Oikawa dijera una palabra.
— Realmente me siento tan feliz de tenerte conmigo, y de saber que puedo besarte y verte cada que podamos. Me hace sentir la persona más afortunada del planeta, y...
— ¿Tsumu? — Preguntó Tooru cuando notó que lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas.
— Me haces creer que todo a tu lado es posible. Me haces querer seguir adelante con mis sueños, y eso, Tooru, me hace muy feliz. Así que, gracias.
Al momento que la canción terminó y pasó a otra, el joven castaño no dudó ni un segundo y se acercó rápidamente a su novio para abrazarlo y darle palmaditas, susurrándole al oído un "te amo", ahí, en ese momento, bajo la luz de la luna.
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you, clouds, rain ; [ AtsuOi ]
ContoHistoria corta inspirada en la canción con el mismo título de este fic "you, clouds, rain" de HEIZE. Espero que les guste. Cualquier comentario constructivo es aceptado. Gracias por darme una oportunidad. Los personajes no son de mi autoría, pertene...