Abre la ventana, Choi┊Soojun

veintitrés

— ¿Quién te crees que eres para hacer eso? — se quejó YeonJun cubriéndose la oreja. Miraba al menor con una expresión de falso enojo. Realmente no sé enfadaría por algo como eso, pero que el pelimorado se estuviera riendo de su reacción y de su cara no le iba a hacer sonreír.

— No lo se. — sonrió desde el borde de la cama, al fin había logrado tener el foco de atención del mayor. — ¿Quién crees que soy?

YeonJun bufó, acomodándose los lentes: — Taehyun no, por supuesto.

Soobin se mostró interesado y hasta divertido con la situación: — ¿Qué? ¿Es tu novio?

— No. — negó rápidamente. — Somos amigos, mejores amigos.

— Oh... — oyó a Soobin decir mientras volteaba en dirección a su libro una vez más, asintiendo. — Pensé que tendrías novio o muchos pretendientes.

— Sólo hay un chico, está interesado en mí, en realidad. Pero no puedo verlo como algo más. El amor no es lo mío. — contesto volviendo a tomar el boli, borrando lo que se había estropeado cuando Soobin lo interrumpió. Se extraño al no oír ninguna respuesta de su parte por unos minutos.

— ¿Le darás una oportunidad?

— No lo creo... — soplo para despojar el papel de los restos de la goma. — ¿Por qué lo preguntas?

Se escuchó una suave risa detrás de él: — Puede que esté un poquito celoso.

YeonJun sonrió, burlesco, fingiendo que se sumergía en la lectura cuando en realidad tenía sus sentidos en alerta sobre la presencia del menor con cara de conejo, la sentía cerca y le dio escalofríos pensar en lo que iba a hacer: — ¿Eres del tipo que cela a sus amigos?

— En realidad. — sintió las manos del otro sobre sus hombros, acto que le hizo sobresaltarse ligeramente. Dejo el boli sobre el libro y esperó cualquier acción deseando que fuera lo que fuera, no hiciera demasiado ruido como para despertar a sus padres. — Lo soy un poco, pero estoy muy solo desde que Kai está de peluche con los otros dos.

— ¿Con Taehyun y Beomgyu? — finalmente decidió encarar a Soobin. Este tenía una bonita sonrisa inocente y le dio el gran presentimiento de que no le esperaba nada bueno.

— Si. — hizo un puchero. — Y necesito cariño.