Un amor desconocido [SEMI EDITANDO]

V

Estaba en el Jet que alquilé para que nos llevará a Miami. Aún Olivia no ha despertado y eso me preocupa, pero cuando ya lleguemos llamaré al doctor Leo para que la chequee.

Ella estaba en el asiento de atrás acostada en una camilla, ya han pasado tres horas y ya quiero abrir la puerta del Jet y tirarme de este, no soporto los aviones para nada, siento que esta mierda se va a caer.

Le eche un vistazo rápido a Olivia y saqué una pequeña pastilla del bolsillo de mi pantalón, la puse encima de mi lengua y tomé un trago de agua para pasar la pastilla, en menos de un minuto mis párpados estaban pesados y los ojos me ardían, cerré los ojos y me quedé dormido en los brazos de Afrodita

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Olivia_

__ ¡Oye! ¿Pero que sucede contigo? __ empujé a Erick con fuerza pero no se movió

__ Hay que sacarlo de aquí __ Señala el cadáver de Piper

Piper era mi mascota. Éste estaba en el patio de mi casa, su cuerpo estaba encima del césped sin vida, estaba tieso y con sus dos cristales azules abiertos de par en par.

__ Erick...__ Una lágrima escapó de mi ojo resbalando por mi mejilla, haciéndome sentir el cosquilleo que ésta causaba__ ¿Quién pudo haber hecho tal atrocidad?

Tenía unos trece años y Erick tenía quince, mi niñez fue extremadamente peculiar, en mi interior deseaba ser como mis compañeros de escuela, que sus padres juntos iban a ver sus actos, que en el día de los padres pasarán ese día con ellos. Solo a veces deseaba ser como ellos

__ Ven... __ Erick me jaló a su cuerpo y me abrazó con fuerza __No sé quién pudo haber hecho esto, pero lo vamos a averiguar ¿si?

Asentí limpiando mis lágrimas

__ Te quiero Erick

__ Y yo a ti, pequeña

Un gran resplandor cubrió la escena hasta que se escuchará un fuerte sonido, como el sonido que hace un disparo, seco y mortal.

Un pitido permanecía en mis oídos haciéndome abrir los ojos. Lo primero que ví fue un techo de cristal, lo segundo fueron mis manos que las alcé a una altura que mis ojos pudieran observarlas, lo tercero fue...
¿Donde estoy?.

Me senté de golpe en la cama viendo a mi alrededor.

Está no es mi habitación, ni ninguna que conozca...

Mis manos apretaban con fuerza las sábanas mientras que mis ojos escaneaban la habitación, el miedo visito mi cuerpo echando fuera de él la valentía teniendo él todo el control de mi cuerpo. Baje mis piernas de la cama hasta que mis pies desnudos tocaran el frío piso de mármol blanco, me levanté pero cuando di el primer  paso caí al suelo, solté un quejido y escuché una risa detrás de mi.

Me quedé tiesa, más tiesa que una estatua, con el corazón latiendo a mil por segundo. Me giré lentamente para ver de quién provenía esa risa, hasta que lo ví, estaba sentado en una silla en un esquina de la habitación, con el tobillo izquierdo encima de su rodilla derecha y con los brazos cruzados.