Extra

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«Taehyung»

Mi mente divagaba, mi familia me temía. Incluso Yoongi estaba precavido de mis acciones.

Pensaban que estaba planeando su asesinato, pero en realidad, caí en depresión. Mi mente me torturaba diciendo que Jimin huyó porque yo hice que se fuera. Mi corazón estaba herido.

Aunque sabía que fue culpa de Yoongi y Hoseok, no pude evitar lastimarme pensando que no regresaba porque simplemente no me quiso lo suficiente.

A los quince años intenté suicidarme en mi árbol. La abuela Park falleció y no tenía a nadie. Intenté ahorcarme, pero se rompió la rama. Observé la rama en mis manos y abracé con fuerza el árbol. Puede que nadie me quiera vivo, pero aún tengo a mi árbol y Jimin prometió regresar.

—Jimin… —me quité la soga del cuello y fui hasta con Yoongi. Él había estado llorando toda la noche porque pronto se iba a casar, pensó que no lo escuché. Pensar que será infeliz me pone mal.

A los diecisiete nuestros padres se fueron después de que intenté asesinar a Mamá Min. Solamente quemé su habitación. Un día antes ella me había quemado las manos. Fue justo, eso pensé.

No los volvimos a ver. Desde ese día comencé a sentirme mejor. Me sentí libre. Y Yoongi ya estaba casado.

Dieciocho años. Nació el primer bebé de Yoongi y la casa de la abuela de Jimin me la dieron, fue extraño, un hombre vino a pedirme firmar unos papeles para traspasar la propiedad. Soy bastante tonto, pero decidí leer el papel porque no tenía idea que era traspasar.

Decía que la propiedad me pertenece, pero si firmo este papel quedaría a manos de alguien más. Me negué, el hombre intentó hacer negocios conmigo, además de que me pasó a una mujer por el teléfono intentando convencerme, pero si la voluntad de la abuela Park era que yo me quedara su casa, entonces así sería.

Me cambié de casa y comencé a cuidar a los hijos de Yoongi. Casi no hablo con Yoongi y su esposa, pero soy feliz con sus hijos. A veces hacíamos pijamadas o jugábamos en mi casa. Aprendí a hacer muchas cosas, empecé a trabajar y a vender mi trabajo en el pueblo. Había cambiado físicamente, la gente no me reconocía.

A muchos les agrada mi trabajo como carpintero. Y me contratan para hacerles cercas. Ya toda esta zona ha sido adquirida por personas que convierten sus propiedades en lugares turísticos rústicos.

Todo esto, sin olvidar ni un segundo a Jimin. Me sentaba a ver el atardecer y nos recordaba jóvenes, observando la cálida puesta de Sol. Siempre me lo imaginaba volver y en cuanto ocurriera que él saltara directo a mis labios. Me hacía mucha falta.

Y ahora, no podía creer que Jimin estuviera desnudo a mi lado. Mi corazón se aceleró al escucharlo suspirar. Estaba dormido, faltaba poco para las cinco de la mañana por lo que tuve que vestirme para entregar unas sillas que había hecho.

—Tae… —su voz adormilada era preciosa—. ¿A dónde vas?

—Voy rápido a un lugar y regresaré. ¿Estás bien? —anoche intentamos algo, pero él lloró bastante. Yo también lo hice.

—Sí —me sonrió—. ¿Tú?

—También —me acerqué a darle un beso. Me miró haciendo un puchero y acaricié su barbilla—. Volveré rápido.

Él asintió y suspiró lanzándome un beso. Valió la espera.

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Después de terminar con esta venta, me apresuré a llegar a casa. Suspiré aliviado al ver el auto de Jimin aún afuera.

Orange [VMin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora