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En el Sunny sí notaron como Sanji se comportó de modo tan extraño; fue Brook quien al ver que no regresaba luego de la entrevista con Chopper fue a buscarlo. Era todavía mas extraño verlo dormido a esa hora, en días normales estaría en la cocina preparando lo que fuese necesario para la cena entonces quien le podría dar pistas de su mal era el medico.

— Chopper-San — se animó el músico a indagar. — ¿El padecimiento de Sanji-San es grave?

Eso era lo que se temía el renito, la preocupación por él empezaría a obligarlos a todos y de uno en uno a preguntarle y él debía mantener el secreto ya que Sanji así se lo había pedido.

—Ahhh... — no encontraba como explicarle, así que hizo lo más conveniente. — Lo siento Brook, pero Sanji no quiere que revele nada hasta que él así lo considere y, no puedo traicionar su confianza, pero puedo decirte que es raro, no grave pero, debemos cuidarlo mucho.

Asintiendo Brook lo dejo con sus investigaciones, bueno leyendo con atención mientras salía y miraba a Zoro que entraba al dormitorio de los chicos, temiendo una pelea, lo siguió de cerca. Las palabras de Chopper le indicaban que, el estado de Sanji no debía alterarse entonces, intervenir de un modo sutil sería lo mejor.

Y así como el músico sintió el cambio en las actividades del rubio, Zoro también lo notó. Luego de buscar discretamente por todo el barco, o perderse en el, cualquiera fuera el caso, lo encontró dormido en su litera; se quedó a media escalerilla mirándolo, algo lucía distinto en él, su cara se veía angelical y muy dulce, tanto como el aroma que insistía en percibir y que ahora cerca de él juraría se intensificaba ese perfume.

Comenzó a olfatear similar a un can buscando, y sin importar a donde volteara su rostro siempre, el aroma dulce le regresaba a Sanji, se aproximó a escasos centímetros y aspiró profundo.

— Sí eres tú quien huele así, maldito. — mencionó. — ¿Qué te pasa últimamente? — insistía mirándolo fijamente.

En ese momento Brook entró con la excusa de buscar su violín, interrumpiendo la mano de Zoro que en apariencia, golpearía a Sanji en la cabeza.

— Lo siento, Zoro-San. — mencionó tomando el violín. — Pero, ¿Podríamos hablar afuera unos momentos, por favor? — le pidió con cordialidad.

Zoro no respondió, lo vio para después seguirlo de cerca. Se alejaron hasta el árbol en medio del patio del Sunny y luego de que el marimo se pusiera cómodo el esqueleto le comenzó a explicar lo que Chopper le dijo; el rostro inexpresivo del espadachín mutó mostrando un cambio drástico de 180 grados, la preocupación le hizo, incluso, tragar saliva. El haber estado un tiempo sin Sanji le demostró muchas cosas acerca de sus nakama, del barco y sobre todo de él mismo. La intranquilidad de saber a su amado lejos le carcomía las entrañas y le quitaba toda paz y sin importar cuanto tratara, ni siquiera lograba dormitar a lo acostumbrado, Zoro necesitaba de Sanji para estar en tranquilidad.

— Comprendes entonces, Zoro-San, no debemos molestar mucho a Sanji-San, al menos hasta que Chopper encuentre una solución a su mal.

— Entiendo, aunque no debes preocuparte por que yo le haga algo, no me interesa pelear con él. — refunfuño el moreno mirando al césped. — Es él quien insiste en enfrentarse a mí.

Luego chistó los dientes mientras se cruzaba de brazos.

— Cualquiera sea el caso, por favor Zoro-San, ignóralo o no lo provoques.

— Si seguro, pero creo que deberían de informar al capitán de esta situación, es él quien decidirá que hacer dependiendo de las necesidades del estúpido cocinero y Chopper.

Candy Cotton BlueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora