Prologo

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"La inocencia es lo más hermoso, y débil de romper, de un niño

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"La inocencia es lo más hermoso, y débil de romper, de un niño."

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-Oh, vamos. ¡Eres Sarah Cameron Smith!. ¡Puedes hacerlo!.-Gritó Macarena a su mejor amiga, quien debía saltar de un acantilado para probar su valentía.

-¡Ven a hacerlo tú, entonces!.-Le gritó la pelirroja.

-¡Yo nunca dije que sería tan sencillo como hacer que un gato ronronee!.-Recordó Macarena.-¡Hazlo!.

Al otro lado, en un acantilado más alto del que se encontraban ambas niñas, estaban los lobos de la reserva enseñándole a los nuevos, mejor dicho Obligando, a saltar acantilados.

Jared oyó los gritos chillones de su prima y la mejor amiga de ésta, en el acantilado más bajo. Posó su vista en las dos figuras pequeñas, y divisó a su preciada prima en la punta del peñasco, se alarmó. Ya que si ella salía lastimada, lo matarían a él por no haber impedido aquel acto inconsciente.

-Maldita, Sarah.-Gruño el muchacho, emprendiendo camino hacía aquel lugar.

Todos posaron su vista en el lobo que iba corriendo hacia allá, siguiéndole el paso. Jared comenzó a correr, oía las voces de las dos niñas discutiendo sobre la valentía y demás.

Quil, por su parte, estaba raro. Sentía que un olor a Dulzón (no como el de los vampiros), se le colaba por las fosas nasales, sintiéndose ansioso de llegar al lugar de donde provenía tal olor. Aceleró el paso, alcanzando a Jared, y llegó al acantilado donde, antes de transformarse, solían ir con sus amigos a saltar. En la orilla, vio una melena pelirroja y despeinada. Su lobo estaba inquieto, y el pobre Quil no entendía que pasaba.

-¡SARAH!.-Gritó Jared, pasando de Quil y corriendo a agarrar a su prima para que no cayera.-¡¿En que diablos pensabas, niña tonta?!. Tu madre me va a matar si te pasa algo.-Regañó a la menor, que lo miraba incrédula.

Quil posó su mirada en el pequeño cuerpo pálido que estaba junto al lobo que la regañaba. Su cabello largo, caía en fantásticos rizos. Su nariz pequeña y puntiaguda. Pero lo que más ansiaba ver, eran los ojos de la pequeña, y ella, como si le leyera la mente, lo miro directamente, conectando aquellos ojos celestes como el cielo con los cafés oscuros. Y en ese momento, Quil Aterea dejó de pertenecerse, dejó de sentir afecto a cualquiera que no sea ella, pero no era un afecto amoroso, sino más bien, algo más de hermanos.

-¡Hey, tú!.-Vocifero la niña.-¡Sí, tú, el que tiene cara de bobo!.-Señaló a Quil.-¿Puedes dejarme de mirarme?. Me incómodas.

El muchacho sacudió la cabeza, tratando de buscar cordura. Desvío la vista de la niña, y la posó en el muchacho que estaba a un lado de ella, quien lo miraba como si lo quisiera asesinar.

-Deben irse, no es seguro que estén en el bosque, y mucho menos por aquí.-Habló Sam Uley, con una voz autoritaria a las niñas.

-Oiga.-Llamó la castaña.-Usted no es nadie para que nos quiera echar, ni siquiera es dueño del lugar.-Acusó.-Así que deje de mandonear, de igual maneras nos íbamos a ir.-Hizo una mueca.-Vamos, Sarah, debemos buscar a Puppy.-Dijo tomando el brazo de su amiga, y saliendo del lugar para encontrar al perrito de la castaña.

La manada quedó en silencio en lo que ellas se iban, y una vez solos, Jared gritó:

-¡¿TE EMPRIMASTE EN MI PRIMA DE 13 AÑOS, QUIL?!.-Miró al mencionado, dispuesto a golpearlo, pero el chico lo paró.

-No es lo que todos están pensado, no siento amor.-Explicó Quil.-Al menos, no el de pareja. Sino, que es más de amigos o hermanos.-Suspiró.-Estoy apunto de enloquecer.

Pequeña, Sarah. || Quil Ateara 🌖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora