Capítulo 84- Callar al miedo

124 13 7
                                    

Desde el momento en que despertamos en aquella sala blanca, junto con los demás jóvenes o, mejor dicho, conejillos de India, supimos que nos habían hecho algo.

Desde el momento en que me acerqué a Arlet y no pude encontrar a la joven alegre y pícara que era antes de esa "revisión", pero sobre todo desde que empezaron sus alucinaciones. Había intentando ayudarla lo mejor que había podido y desde un principio supe  que no iba a ser fácil superarlo por mucho que desde que hubiéramos llegado al campamento esta hubiera conseguido cierta mejora.

El hecho de que pudiera reir y bromear junto a los larchos era una buena señal. Un pequeño indicio de que ya quedaba poco para sanarse  de aquellas heridas internas que no la dejaban dormir por las noches, que ya quedaba poco para que pudiera estar tranquila y feliz una vez más.

Sabiendo a qué nos estábamos enfrentando, me imaginé un millón de situaciones diferentes respecto a las alucinaciones de Arlet, pero ninguna como esta.

"¿Tu también la vez?" Me había preguntado.

Fue cuestión de un momento que mi neuronas hicieran su trabajo y conectase las ideas. Que me diera cuenta de lo que estaba pasando a pesar de que sonara a locura.

Aquello era algo para lo que no estaba preparada. Su pregunta me tomó totalmente por sorpresa y fue solo cuestión de segundos que un escalofrío me recorrerá la espalda, empezando a comprender lo que estaba pasando. De pronto, yo también sentí como el horror empezaba a crecer en mi interior. Sin embargo, este no era nada en comparación a la lástima que la situación me provocó.

Entonces lo supe. 

Arlet me miraba con desesperación, pero no fue la única en la que me fijé. Mis ojos se dirigieron  directamente a la joven que se mantenía completamente quieta a solo unos metros de nosotras.

Ese dolor, completamente impregnado en sus ojos, llenos de odio, tristeza, rabia.

Vi como todos aquellos sentimientos se mezclaban en tan solo unos segundos y como su mandíbula amenazaba con partirse de tan fuerte que la apretaba.
Sentí, a pesar de estar a varios metros de distancia, aquella pena que la desgarraba por dentro, la impotencia de ver a un ser tan especial, tal vez la única persona que seguía ocupando ese puesto en su vida y por la que había luchado para encontrar, torturado, dañado y roto ante sus ojos. De ver a esa persona aterrada con cada uno de los pasos que esta había empezado a dar  para acortar la distancia que las separaba. Sentí su rabia hacia quien quiera que hubiera causado todo eso, dolor de que hubieran destrozado lo poco que le quedaba y seguramente le daba fuerzas para seguir. Un atisbo de terror de que ya nada volviera a ser como antes y  de no volver a ver a aquella joven sonriente ni poder acercarse a ella sin que enloqueciese.

-¿Tú también la ves?-el tono de la voz de Arlet, que esta vez fue de urgencia, rogando por que le respondiera, hizo que volviera a prestarle atención.

-Si. La veo-respondí.

El color fue desapareciendo del rostro de mi amiga e inesperadamente, soltó una carcajada nerviosa.

-Imposible-volvió a reir- yo la ví...-posó su vista en el suelo respirando pausadamente para tranquilizarse. De pronto me miró con los ojos bien abiertos, como si finalmente hubiera entendido todo- te lo han hecho a ti también. Esos imbéciles se han metido en tu cabeza también- su respiración se volvió nerviosa, parecía que le costase respirar adecuadamente- Quieren volvernos locas. Quieren que veamos cosas que no existen y...

-Arlet...
-¡Te están engañando! ¡No creas lo que ves, es mentira!
-Ar... yo nunca la conocí, no la he visto nunca y no...
-¡Habrán encontrado la manera!-me miró desesperada por que le creyera. Porque viera que no estaba loca- sabes como son, pueden hacer cualquier cosa para...

¡¿Yo en The Maze Runner?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora