☽☆☾ 11: Que hablen, que digan ☽☆☾

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Las despedidas siempre son difíciles, especialmente cuando se trata de seres queridos. Galicia le dijo adiós a la familia de tres y Madrid les volvió a dar la bienvenida. Los dos adultos tenían compromisos a los que no podrían faltar, sus carreras musicales iban viento en popa, eran mucho más reconocidos internacionalmente y aunque, algunos, dijeran que Aitana había impulsado a Luis, la catalana siempre se encargaba de dejarles claro que Luis se había impulsado por sí mismo y, con sus propias alas, había llegado donde estaba en la actualidad y seguía llegando a otros rincones del mundo con su música y sus ideales.

Una mañana en particular, un par de días después de haber vuelto a casa, Luna abrió sus ojitos poco a poco, vio un pequeño rayo de luz colarse a través de las cortinas de la ventana y otro poco de luz entrar por la puerta entreabierta de su habitación, aunque el resto del cuarto estuviera a oscuras, supo que el sol había salido, por ende, debía despertar. Se estiró en su cuna, logrando que se le subiera la blusa del pijama y se le viera su barriguita y ombligo, bostezó y atrajo a Copito para abrazarlo y darle un besito.

Beno día Copito ¿Domite ben? ¿Chi? Yo tamién— Tomó asiento y miró hacia la puerta entreabierta, su madre y padre aún no llegaban y ella ya quería salir de allí. Se puso de pie, sujetándose de los barrotes de su cuna —¿Mami, papi? — Al no obtener respuesta lo intentó de nuevo —Mami, papi, mami, papi— Se acercó al intercomunicador, donde se supone que podían verla y oírla —Mami, papi— Esperó un poco más, pero nada ocurrió. Miró a su alrededor, estudiando las posibilidades de poder salir de allí, por si misma, sin lastimarse. Entonces se le ocurrió una idea. Lo primero que hizo fue levantar a Copito y tirarlo al suelo —Ya va Copito— Le pidió que la esperara, mientras tanto, ella apiló las almohadas, subiéndose a ellas, tomó un poco de impulso, pero sujetándose fuerte con sus manos para no irse de cabeza, logró subirse, mover su cuerpo hacia un lado, poco a poco, deslizarse despacio con ayuda de sus pies que tanteaban en los barrotes de la cuna, ya que ella no podía ver, y finalmente consiguió tocar el suelo. Se agachó a recoger a Copito y salió de su habitación hacia la de sus padres. Al entrar, ya que la puerta también estaba entreabierta, los vio sobre la cama, abrazados, el único problema era que la cama era muy alta para ella y no podría subirse solita. Fue hacia un extremo, logrando ver la espalda y el pelo de su madre —Mami— Subió la manito a la cama, tratando de alcanzar a Aitana, pero no lo logró —¡Mami! — Dijo más fuerte y eso si despertó a sus padres, que saltaron como resortes.

—¡Luna! — Exclamó Aitana sorprendida, mirando a su bebé fuera la de cuna —¿Te saliste sola? — La vio asentir, la ayudó a subirse a la cama y le dio el abrazo y los besitos de buenos días —Eres una fugitiva— Dejó que pasara a los brazos de su padre, luego se giró a mirar la hora y se horrorizó —¡Jo Luis! Que me he quedado dormida— Salió de la cama, corriendo hacia el baño.

Y así comenzó el día, dando carreras, porque Aitana tenía una entrevista a primera hora de la mañana y el despertador nunca sonó.

—A esta hora el tráfico es horrible— Se quejó, casi al borde del llanto, odiaba ser impuntual e irresponsable.

Luis preparó café y unas tostadas —Respira, toma el café y ven a desayunar, te puedo llevar en la moto para que llegues rápido.

No había pensado en esa posibilidad, él tenía razón, yendo en la moto, llegaría a tiempo, pero había un detalle —¿Y Luna? No estarás pensando en llevarla con nosotros ¿O sí?

—¡Por supuesto que sí! No la voy a dejar sola.

—Pero Luis, sabes que no me gusta...— Fue interrumpida.

—Sí, sí, ya sé lo que no te gusta. Para mí tampoco es lo más adecuado, pero es la única solución viable para que llegues a tiempo. Confía en mí, ven— La invitó a sentarse a su lado —No dejaré que le pase nada.

Mi LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora