Capítulo 1.

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La lluvia caía con fuerza, empapándome por completo. Podía sentir mi ropa pegada a mi piel.

Digamos que lamento totalmente la decisión de no coger un taxi en el aeropuerto.

Doblé la esquina hacia un callejón oscuro. Suspirando, saqué mi teléfono de mi bolsillo y encendí la linterna.

En la distancia, pude ver un automóvil estacionado al final del callejón.

–¿Está bien, extraña?–

Caminé vacilante más adelante hasta que me encontré con una bicicleta, por la que pasé.

Y luego vi la puerta de un auto que había sido arrancada del resto del vehículo.

Esto no puede ser bueno.

Disminuí la velocidad y cuando me acerqué al auto, noté una pierna ensangrentada que sobresalía del lado del conductor.

Oh, mierda.

Miré a mi alrededor con cautela pero no había nadie a la vista. Tomando una respiración profunda, miré dentro del auto.

No miré mucho, pero había un hombre que parecía hecho trizas.

¿Podría ser un ataque de hombre lobo?

Si lo fue, obviamente no optaron por la habitual matanza de garganta.

Con las manos temblorosas, presioné el botón de llamada en mi iPhone.

La llamada se conectó en segundos.

–911 ¿cuál es tu emergencia?–

~

–Déjame aclarar esto, estabas caminando por el callejón cuando viste que la puerta de un auto había sido arrancada del resto del vehículo.– Dijo el alguacil.

–Sí–

–Así que miraste dentro del auto y viste al Sr. Lahey...– tosió el Sheriff, obviamente también estaba perturbado por la vista del cuerpo. –...muerto–

–Correcto–

–¿Y no había nadie más?–

–Nadie–

El sheriff se reclinó en su silla. –La bicicleta que viste, era de Isaac Lahey. ¿Lo conoces?– Preguntó.

–Llegué a Beacon Hills hoy, no conozco a nadie.– Me encogí de hombros.

Levantó una foto de un chico guapo, de mi edad, con cabello castaño claro rizado y ojos azules brillantes. –¿No lo vio cerca de la escena del crimen?–

–Lo siento Sheriff, no vi a nadie–

–Entonces, Shay. Bueno, podríamos traerlo para interrogarlo más si encontramos nueva evidencia. Así que no vuelvas corriendo a Sudamérica.– Esbozó una sonrisa.

–No te preocupes, estoy aquí para quedarme–

Sonrió y abrió la puerta de su oficina, llevándome al área principal de recepción.

–¿Necesitas que te lleven a casa?–

–No, está bien, alguien viene a recogerme– Justo cuando hablé, la puerta se abrió y un chico con cabello castaño y ojos castaños oscuros entró. También noté que tenía la mandíbula ligeramente desigual.

Inmediatamente me di cuenta de quién era esta persona.

–Scott McCall– No pude evitar sonreír.

–Shay Hale– le devolvió la sonrisa.

–Espera, ¿se conocen dos?– El Sheriff frunció el ceño.

¹Fallen. - Isaac LaheyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora