3. Regresar al Cielo

1K 151 108
                                    


No recordaba con exactitud cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había estado en la Tierra, vivo entre los humanos. En el Cielo era un poco difícil para nosotros los ángeles llevar el tiempo de las cosas, sobre todo cuando un día te asignan un humano nuevo y en poco tiempo ya tiene 68 años y tres deudas con tres bancos diferentes.

Al volver a poner mis pies sobre el césped de aquel parque esa noche en específico, supe que todo era diferente y que definitivamente estaba en problemas, pero no podía regresar porque debía ir con Emma de inmediato. No tenía ni idea de cómo estaba ella en ese momento, no podía comprobar si estaba bien, si había logrado salir de esa situación, si alguien la había ayudado... Estaba preocupado.

La única manera de saber todo con certeza era llegando con ella y asegurándome personalmente que estuviera bien. Así que empecé a correr.

No, no iba desnudo. De alguna manera, Celeste se las había arreglado para dejarme ropa a la orilla del lago del parque pasar desapercibido entre los humanos. Igual, no volvería a necesitar ese disfraz porque no podía quedarme durante mucho tiempo, Celeste fue clara al indicarme que tenía que volver antes del amanecer, así que solo tenía unas cuantas horas para asegurarme de que Emma estuviera a salvo.

Corrí aproximadamente durante quince minutos, casi me atropellan dos autos y me confundí de calle dos veces, pero cuando finalmente estuve frente a la casa de la fiesta, no podía aguantar mis pulmones, aún así estaba ahí, listo para entrar. Traté de recuperar el aire de mis pulmones antes de abrirme paso entre los presentes.

Habían ciertas cosas que en el Cielo se dejaban de sentir, como el cansancio o el asqueroso olor del sudor y las cervezas mezclados, definitivamente no los extrañaba.

Alcancé las escaleras y corrí hacia arriba, buscando desesperadamente la habitación a la que la habían llevado. Abrí la primera puerta que encontré y había una pareja... en lo suyo. Cerré la puerta tan rápido como la abrí y seguí mi búsqueda. Cada segundo que pasaba, con la música aturdiendo mis oídos y la cantidad de gente en la casa, sentía que mi búsqueda estaba fracasando, sentí que le estaba fallando a ella. Pero en cuanto llegué a la única puerta que estaba cerrada con llave, supe que estaba ahí, lo sentí. Golpeé la puerta con mi puño con fuerza para que me abrieran. Valerio abrió un poco la puerta, confundido.

    

—¿Y tú quién eres?

Sin responderle, lo empujé con todas las fuerzas que traía acumuladas en mí y me adentré en la habitación, encontrando a Emma dormida en la cama, mientras que Lucas estaba sentado a los pies de ella y Mike salía del baño sin camisa. Ni siquiera me iba a molestar en discutir con ellos.

Me acerqué rápidamente a Emma y traté de hacer que despertara.

—Hey, hey. Alto, ¿quién se supone que eres, viejo? Anda, vete de aquí —dijo Lucas, levantándose de donde estaba sentado.

—No me voy a ir sin Emma.

—Ella está bien con nosotros, somos sus amigos —Valerio rodó los ojos y puso su mano en mi hombro y me levanté para encararlo.

—¿Qué clase de personas drogan a sus amigos? —le pregunté de manera retórica—. Hazte a un lado, voy a llevarla al hospital.

—¿Drogaste a Emma, viejo? —preguntó Mike asustado a Valerio.

—Es una pequeña dosis de gamma, hombre, va a estar bien.

—No, no, no voy a meterme en esto.

En cuestión de segundos, tomó su camisa, se la puso de nuevo y salió de la habitación sin mirar atrás.

    

The sky below meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora