Amor Infantil [Completa]

De Nuevo Tú

Supongo que así debía sentirse estar en Azkaban esperando el beso del dementor, acorralado y sin salida me veía en el espejo con ganas de cambiar con mi reflejo, no debía estar en casa, era de esos días en los que sentía que debía huir, pero no lo hacía, no lo hice cuando tenía que unirme a los mortifagos y tampoco lo hacía en este momento...

Su recuerdo... llevaba meses con ella en mi mente, posiblemente ahora estaba con Weasley, era feliz, jugaba todos los días, y él se pavoneaba de tenerla, ¡vaya mierda de vida! Al menos debería haberla olvidado, pero no podía y recordarla desde que se empezaron los preparativos no ayudaba mucho; lo peor de esto es que por una vez en mi vida podía ser el héroe, pero no lo había sido, me había quedado callado dejando que el tiempo pasara, condenándome, condenándo a Astoria a esto, condenando a Granger y al parecer, a todo ser que tuviera a mi alrededor, le afectaba que jamás hubiera hecho algo y así de simple me sentía la persona más culpable del mundo

Exhalé con pesadez empañando el espejo justo antes que golpearan a la puerta, autorizo a que entren y la veo entrar, blanco total es lo único que puedo ver mientras se hace un nudo en mi estómago a causa del miedo, es hermosa, destila un halo tras ella, casi una aureola y yo no puedo dejar de ver un martir previo al sacrificio

-Te ves bien- le miento y sonríe por cumplir logrando que mi culpa incremente aún más- lo lamento- le admito finalmente cuando ella cierra la puerta y se sienta en mi cama ida completamente con una foto en la mano, pude deducir quien salía ahí

-Y aquí estamos... cumpliendo con nuestro deber- me susurra Astoria con un hilo de voz y me limitó a cerrar los ojos para evitar verla, puedo imaginar cómo se siente y a la vez odiarme por no hacer lo correcto

-Si te dijera...- le comienzo a decir sin pensar muy bien las cosas en un arranque de coraje y valentía, pero me quedo callado en cuanto sus ojos se clavan en mí, nunca se dirá de mi que fui valiente, ni siquiera en este caso- olvídalo- miento sentándome a su lado- va a ser raro compartir habitación- reconozco y ella suspira

-Lo sé, pero será más tétrico compartir vida- me admite apoyando su cabeza en mi hombro mientras afirmo desanimado

¡Maldición! Sé lo que tengo que hacer, ¿Por qué no puedo? ¿Qué podemos perder? Ya hemos perdido mucho en estos años, pero ni siquiera reprendiéndome a mí mismo logro tomar el valor suficiente para hacer lo que ella espera. Es encantadora, sería el sueño de muchos y va a ser mía, pero por más que lo intentamos no pudimos, solo éramos buenos amigos, del tipo de buenos amigos que ahora se preguntaban ¿cómo harían para vivir juntos sabiendo que ninguno quería aquello?

-La noche de bodas va a ser tan extraña- admite y me hace tragar con lentitud- desde hace años que me hice a la idea de fingir el resto de mi vida, pero no esperaba tener que llegar al extremo de fingir querer estar contigo para... no lo sé- me dice resignándose a la idea- ¿Cómo harás que funcione?- duda directa, letal y casi ponzoñoza como para percibir el veneno

-Supongo que pensaré en ella- le admito y la veo hacer una mueca de inconformidad- lo sé, es un asco, pero dudo lograr algo viéndote a ti- me disculpé y esa inconformidad se vuelve resignación, un gesto al que al parecer tendría que acostumbrarme a verle

-Tal vez sea lo mejor, si cerramos los ojos y dejamos que la mente se distraiga en lo que desee, mientras el cuerpo cumple con su deber, logremos algo... ¿puede funcionar?- me pregunta y por primera vez me animo a verla

No era la primera vez que escuchaba la teoría de cerrar los ojos para evitar que los nervios de saber quiénes éramos nos traicionaran, es solo que ahora ese recuerdo se torna desgarrador, pero trago lento y subo los hombros, supongo que podría funcionar, pero me mira y exhalamos a la vez. Antes que llegara la noche merecíamos como mínimo saber si lográbamos sentir algo con un simple beso, si cerrar los ojos para un beso no servía, mucho menos cumpliría en el sexo