𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 4

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Cuando entré al estacionamiento subterráneo, el aire fresco y ligeramente húmedo del lugar contrastaba con la vibra cálida y activa de la ciudad allá arriba. Me estacioné en uno de los espacios asignados para residentes y apagué el motor. Por un momento, dejé caer mi cabeza contra el respaldo del asiento, suspirando profundamente mientras procesaba todo lo que había sucedido.

Primero, Josué. Sus palabras seguían resonando en mi mente, especialmente el pequeño gesto del papel doblado que aún sostenía en mi mano. Lo miré por unos segundos, dudando si abrirlo en ese instante o esperar. Al final, decidí dejarlo para más tarde, guardándolo en el bolsillo de mi chaqueta.

Después, el joven del auto deportivo. ¿Quién era él? Su imagen seguía vívida en mi mente: la ventana bajada, su traje impecable, el cigarrillo en su mano. Había algo en su mirada, aunque fuera fugaz, que irradiaba misterio y confianza. Sacudí la cabeza para despejar mis pensamientos.

—Enfócate, ___, acabas de llegar y ya estás dejando que la imaginación vuele demasiado.

Salí del auto, cerrando la puerta con cuidado, y tomé un momento para observar mi alrededor. El estacionamiento estaba impecablemente ordenado, con líneas blancas perfectamente pintadas y señales claras que indicaban las salidas. Era evidente que este edificio tenía un nivel de lujo que jamás había experimentado.

Caminé hacia el ascensor, pulsando el botón y esperando mientras el eco de mis pasos resonaba en el lugar vacío. El ascensor llegó en cuestión de segundos, y entré, sintiéndome un poco pequeña en el espacio amplio y moderno. Los números brillaban en el panel, y presioné el botón correspondiente a mi piso.

Cuando las puertas se abrieron, lo primero que noté fue al trabajador que había llevado mis cosas. Estaba frente a la puerta de mi nueva habitación, esperando pacientemente.

—¡Disculpe la demora! —me acerqué con una sonrisa apenada.

—No se preocupe, señorita. Ya está todo listo. Aquí tiene la llave. —Me la entregó con una leve inclinación de cabeza.

Abrí la puerta y encendí la luz. El apartamento era todo lo que había imaginado y más. Amplio, con ventanales enormes que ofrecían una vista espectacular de la ciudad iluminada por la noche. La decoración era moderna y minimalista, pero tenía un aire acogedor. Por un momento, me quedé sin palabras, recorriendo el espacio con la mirada.

El trabajador dejó las maletas en la sala y me miró con amabilidad.

—Si necesita algo más, no dude en llamarme. Bienvenida a su nuevo hogar.

—Muchísimas gracias por su ayuda. Que tenga una buena noche.

Cuando cerré la puerta, me quedé de pie en el centro de la sala, mirando la ciudad a través de los ventanales. Era un nuevo comienzo, y aunque una parte de mí sentía nervios, otra parte estaba emocionada por lo que este lugar podría significar para mí.

Sin poder evitarlo, saqué el pequeño papel que Luam me había dado. Lo abrí lentamente, y en él había escrito:

"Espero que encuentres la ciudad tan impresionante como yo la encontré cuando llegué por primera vez. Llámame cuando estés lista para explorarla juntos. - Josué"

Junto a sus palabras, estaba su número de teléfono, y un pequeño dibujo de una estrella al lado. No pude evitar sonreír.

Este lugar ya estaba empezando a sentirse como algo especial.

Vacíame                                  𝕷𝖊𝖛𝖎 𝕬𝖈𝖐𝖊𝖗𝖒𝖆𝖓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora