El día comenzó como cualquier otro, seguía en la cama mientras amanecía, hasta que un ruido molesto me sacó de golpe: era el despertador. Brinqué ligeramente y, a pesar de sentirme muy cansada, me levanté con dificultad. Adormilada, tomé mi celular para apagar la alarma y revisé las notificaciones. Fue entonces cuando noté la hora: ¡era tardísimo! El alma se me cayó al suelo. Me apresuré lo más que pude, me di una ducha rápida y me vestí en cuestión de minutos, dejando el departamento hecho un desastre.
Salí corriendo por los pasillos hacia el elevador para llegar al estacionamiento. Apenas se abrieron las puertas, corrí directo hacia el auto. Subí rápidamente y traté de encenderlo, pero no funcionaba. Mi mente se llenó de pensamientos frustrantes: "Idiota", "inútil", "floja", "llegas tarde". Sacudí la cabeza para despejarme y, con un golpe de frustración, posé las manos con fuerza sobre el volante.
—¡Maldita sea! ¡Enciéndete ya! —grité con desesperación.
Intenté nuevamente encender el motor, y por fin funcionó. Sin perder más tiempo, salí del estacionamiento tan rápido como pude. En las calles, saqué mi celular para buscar la dirección de la universidad. No estaba lejos, pero aun así llegaría tarde. Conduje lo más rápido posible, y después de unos quince minutos llegué. Estacioné el auto frente al edificio y corrí hacia la entrada. Una vez dentro, me dirigí directamente a las oficinas escolares en busca de información.
—¡Hola! Buenos días, soy ____ Misora. Vengo a preguntar sobre las inscripciones para esta universidad.
—Buenos días, señorita Misora. Lamento informarle que la persona encargada de esa información se acaba de ir. ¿Podría regresar hoy por la tarde, alrededor de las cuatro?
—Está bien, regresaré en la tarde. Muchas gracias —contesté con desánimo.
—Una disculpa y muchas gracias a usted. Que tenga un buen día.
Salí del instituto sintiéndome frustrada. Si me hubiera levantado a tiempo, nada de esto habría pasado. Subí al auto y me quedé sentada durante unos minutos, pensando en qué hacer. Finalmente, decidí aprovechar el día y buscar un lugar para desayunar. Revisé mi celular y encontré un café interesante que no estaba muy lejos, así que conduje hacia allá mientras escuchaba mi playlist favorita.
Cuando llegué, estacioné el auto y me dirigí al lugar. Desde afuera se veía encantador: su nombre era "Tea Shop", y tenía un aire sofisticado pero sencillo a la vez. Entré, pero lo primero que noté fue la cantidad de gente que había.
"Demonios, definitivamente este no es mi día," pensé para mí misma.
El lugar era acogedor, con pequeños sillones y mesas de centro distribuidos alrededor. Cerca del mostrador había barras pegadas a las paredes para quienes preferían comer ahí. Encontré un sillón libre y decidí sentarme a esperar. Frente a mí, un joven estaba concentrado ordenando papeles. Vestía un traje negro muy formal y, para ser honesta, era bastante atractivo. Parecía completamente inmerso en lo suyo.
Tras un rato de espera, la fila disminuyó, así que me levanté para formarme. Finalmente, llegó mi turno.
—Buenos días. Me gustaría un café y una dona, por favor.
—Claro, señorita. Serían 84 pesos, por favor.
—Está bien. —Saque mi monedero y pagué.
—Gracias. En un momento le llevaremos su pedido.
Volví a sentarme en el mismo sillón. Parecía que el tiempo transcurría con desesperante lentitud. Mientras revisaba la hora en mi celular, suspiré profundamente, lo que llamó la atención del joven de enfrente. Sentí su mirada fija, fría, y, al voltear, confirmé que venía de él. Desvié la mirada, incómoda por la intensidad de su observación.
Para mi sorpresa, el joven se levantó y se dirigió hacia mí. Se sentó en el sillón frente a mí y, con la misma mirada pesada, cruzó una pierna y apoyó el codo en la rodilla mientras sostenía una taza con elegancia. Bebió un sorbo de su té y me habló.
—Buenos días... —dijo con un tono algo seco.
—Buenos días. ¿Pasa algo? ¿Puedo ayudarte en algo? —respondí, desconcertada.
—Disculpa si te incomodé, pero parecías molesta. ¿Hay algo en lo que pueda ayudarte?
Me sentí confundida. No sabía si era un empleado del lugar o simplemente otro cliente, así que respondí con honestidad:
-No, no te preocupes. Solo estoy esperando mi pedido, pero tardan demasiado.
—Lo siento mucho. Tal vez te incomodé al hablarte así de la nada. Déjame presentarme formalmente; soy Levi Ackerman, dueño de esta tienda. Si hay algo que te molesta, dime y trataré de solucionarlo. A fin de cuentas, debo supervisar el trabajo de mis empleados.
La revelación me tomó por sorpresa, pero no sabía cómo responder. Solo asentí, intentando procesar la inesperada interacción.
¡Maldita sea! Este día me tiene loca.
Última corrección: Martes-19-11-2024 11:44 AM
Primera corrección: 22-06-2021
¡Hola a todos! Les pido una sincera disculpa por tardar en actualizar, eh estado muy estresada últimamente y eh tenido demasiados pendientes pero listo por fin un capítulo. <3Al ratito subo otros, espero que sinceramente les agrade este fanfic, los amo.
Si hay algún error me lo notifican por favor. <3
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Vacíame 𝕷𝖊𝖛𝖎 𝕬𝖈𝖐𝖊𝖗𝖒𝖆𝖓
Fanfiction𝐀𝐔 +𝟏𝟖 "𝔄𝔪𝔞𝔯 𝔞 𝔞𝔩𝔤𝔲𝔦𝔢𝔫 𝔢𝔫 𝔰𝔦𝔩𝔢𝔫𝔠𝔦𝔬 𝔭𝔬𝔡𝔯𝔦́𝔞 𝔰𝔢𝔯 𝔩𝔞 𝔠𝔬𝔰𝔞 𝔪𝔞́𝔰 𝔯𝔲𝔦𝔡𝔬𝔰𝔞 𝔮𝔲𝔢 𝔞𝔩𝔤𝔲𝔫𝔞 𝔳𝔢𝔷 𝔥𝔞𝔤𝔞𝔰." 22-02-2021 ⋆𝖤𝗌𝗍𝖺 𝗁𝗂𝗌𝗍𝗈𝗋𝗂𝖺 𝖼𝗈𝗇𝗍𝗂𝖾𝗇𝖾 𝗍𝖾𝗆𝖺𝗌 𝗌𝗈𝖻𝗋𝖾 𝖾𝗅 𝖺𝗅...