𝖼𝖺𝗉 1: 𝗎𝗇𝖺 𝖼𝖺𝗋𝗍𝖺

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Hoy era viernes, el último día en el que Anais iba a ir a su escuela, y ella no quería ir. No quería tener que enfrentarse a Ema y decirle que se tendría que ir, no quería dejar a su amiga para poder irse a otra escuela, no quería encontrarse con ella.

Simplemente no quería ir a la escuela, ya que sería su último día ahí.

Su despertador sonó a las 8:25 de la mañana, y Anais deseaba con todas sus ansias que ese sonido nunca hubiera sonado ese día. Quería enterrarse en su cama y dormir hasta que ya no existiera nada ni nadie, quería poder detener el tiempo, detenerlo hasta quedar atrapada ahí por siempre. Nunca se había sentido así hasta ahora.

Anais siempre decía que lo mejor del día eran las mañanas. El sol que la iluminaba era como un amigo muy cercano para ella, Anais sentía que tenía un vínculo con el sol, y eso era cierto.

Anais desde que era pequeña amaba estar bajo el sol todo el día. Y cuando era de noche, corría a su cama para poder quedarse dormida y que al día siguiente, el sol la saludara como todos los días lo hacía. Cuando eran días de lluvia se sentía sola, sola porque su amigo la había dejado, pero cuando el sol volvía a salir, se sentía acompañada y cálida con su presencia.

Para ella el sol lo era todo.

Pero ese día, quería que su viejo amigo nunca le hubiera dicho buenos días, ese día quería que su amigo se escondiera y que no saliera a visitarla, no quería encontrarse con el.

Pero para la mala suerte de ella, ya era muy tarde. Su amigo salió a darle un rayo de luz, que para ella era lo peor que el le pudo haber dado junto con el sonido de su despertador. Esa sin dudas había sido la peor mañana de todas. Además contándole con que a Anais le dolía a más no poder la cabeza, le retumbaban los oídos y no podía abrir los ojos, aunque eso era lo que ella quería, tenía que abrirlos o si no el dolor la estaría matando a mil. Abrió los ojos lenta y difícilmente para apagar el maldito despertador, luego miro a su alrededor y vio que la ropa estaba tirada en el piso, se paró rápidamente a recogerla y llevarla al canasto de ropa sucia. Fue al baño y se miró al espejo, estaba horrible. Tenía unas ojeras espantosas y a eso súmale una piel paliducha y ojos hinchados y rojos de tanto lloriqueo.

Ella en un momento se preguntó ¿Porque le afecta tanto?, y es que claro, no eran los maestros ni los alumnos, era ella a quien iba a extrañar, a Ema.

Y como no la iba a extrañar, si era su única amiga desde los 6, la única que no la juzgo, la única que la defendió de los que se burlaban de ella, Ema era luz y ella su sombra. Tal vez por la forma en la que ella hablaba de su amiga parecía enamorada, y ella la amaba, no lo iba a negar, pero no de esa forma. Anais admiraba a su amiga, la quería tanto pero no de la forma romántica, era una hermandad pero mucho más fuerte que la que tenía con Olivia.

En la tarde su padre le había dicho que se cambiarían de casa y de ciudad, ya que su nueva escuela estaba afuera de esta, y le dijo que ya no volvería a ver a Ema.
Ella estaba muy triste, y quería contárselo todo a su amiga, y lo iba a hacer, pero no sabía cuando.
Según su padre, se irían el sábado en la tarde, y no tendría tiempo de despedirse de su amiga ese día, así que lo iba a hacer ese mismo día, pero ella no quería ir a su escuela.

Anais después de mucho pensarlo decidió ir, se baño e intento maquillarse lo mejor posible pero aún así se le notaban sus ojeras, no desayuno y se fue en bicicleta a su último día de escuela.
Iba escuchando Riptide de Vance Joy mientras andaba en su bici, siempre que viajaba en ella se despejaba de todo aquello que le molestaba, escuchar música le relajaba, la sacaba de sus pensamientos y se concentraba solamente en la música, la brisa del viento daba contra su cara, haciendo que su pelo se empujara atrás. Anais no podía explicar esa sensación, pero lo que sí podía explicar es que la amaba.

𝐒𝐎𝐋𝐎 𝐂Á𝐋𝐋𝐀𝐓𝐄 𝐃𝐄 𝐔𝐍𝐀 𝐕𝐄𝐙 / EN HIATUS HASTA NUEVO AVISODonde viven las historias. Descúbrelo ahora