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Un compañero, un compañero, un compañero

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Un compañero, un compañero, un compañero.

Dios ¿Por qué esto es tan difícil?

No me interesa aprobar la materia, casi ninguna de hecho, pero entre quedarme durmiendo en las vacaciones a quedarme estudiando prefiero la primera opción. Vamos, ni aunque fueras un castroso nadie tiene ganas de agarrar un libro que no sea de literatura y por obligación. ¿O es que acaso existirá un adolescente rondando los quince años que encuentre satisfactoria la idea de aprenderse la tabla periódica en vacaciones? Cuando podría estar yendo a cagarse de calor en palermo para tomar mates con sus besties bajo el bellísimo rayo de sol.

La re viven.

Si tuviera amigos le entraría de una.

Soy una persona pensante, sí, aunque no parezca tengo intensiones de pensar. Y elegir un compañero para un trabajo era una de las tareas más fáciles. Ahora lo difícil es contar con la suficiente insencibilidad como para recahzar al idiota de tu amigo que nunca se aprendió las tablas de multiplicar para irte con el chico o chica diez de la clase. Lo segundo más difícil era conseguir la atención de ese genio, y eso sólo se conseguía si llegabas primero o eras su amigo.

Mi grupo de amigos es impar, cuando eligen una fila para sentarse juntos, siempre uno queda afuera. Y me encanta hablar en general, porque todos aquí sabemos que ese uno soy yo y aunque llore por horas en el rincón de mi pieza nada va a cambiarlo. Soy el desplazado, el duff, el amigo por compasión. El que no expone sus ideas porque siente que no vale la pena hacer el intento de obtener la atención.

Será por eso que me dicen que hablo mucho. No me averguenzo, no pienso dejar de hablar, no cuando al menos uno parece interesado en lo que digo.

Y ojalá eso pasara seguido.

En fin, Minho maricón no es de mis Minhos favoritos. Así que los pongo en contexto: cuarto año, mismo salón desde que entré a la secundaria y la hora de plástica. Me olvidé los materiales, así que finjo que trato de plasmar una idea magnifica en la hoja de dibujo con el recuadro torcido porque me robaron la regla y los forros de atrás no quisieron prestarme. Treinta y cinco alumnos, treinta y cinco compañeros; los cuales veinte son unos idiotas y catorce safables. Y uno en mi mira, presa de baja estatura y cara de no haber pasado por la pubertad y por eso tengo cara de nene de nueve años.

"pspspsp, Hannie" susurro, creo que no me escucha. No puedo susurrar más fuerte, el salón está en silencio y muchos conversan por lo bajo. La vieja pelirroja con sobrepeso, la cual se gana todo mi odio y misoginia, aborrece que intentemos hablar con compañeros que están a dos bancos lejos. Por eso opté por sobornar mi lugar a una de las chicas lindas que se siente atrás de mi presa, fue de gran ayuda haberme sentado toda mi vida atrás de su crush. ¿Ven? De algo siempre sirve ser el perro necesitado de cariño del grupo de varones popus de la secundaria. Tomen nota.

"Dale, forro, me estás escuchando" pero no me responde, y comienzo a estresarme. ¡Pero! ¿Qué te cuesta prestarme atención? Como si la gorda tomate le importara que el alumno estrella se ponga a hablar con el alumno estúpido que se sienta atrás. Media pila. "Hannie~ es urgente, prometo que no voy a molestarte"

Científicamente comprobado que sos un pelotudo [Minsung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora