Al abrir los ojos se exaltó un poco, pensaba que había sido capturado por los marleyanos. Tan pronto como vio el lugar, se relajó. Apenas había podido dormir tres horas. No es que pudiera tener un sueño profundo después de todo lo que había vivido y visto. Incluso su respiración se sentía pesada y estaba empezando a cansarse de todo. Aunque sabía de antemano que no podía simplemente rendirse, tenía que hacer algo, por el bien de sus seres queridos y la isla entera. De no ser así, el lugar donde nació estaría completamente destruido.
Talló levemente sus párpados para levantarse e ir hasta el lavabo a un lado de la cama. Al menos le concedían uno que otro lujo; tampoco es que pidiera más, tenía exactamente lo necesario para vivir. Claro que eso no evitaba su aburrimiento. Teniendo esas tres paredes y los barrotes, sabía que la única buena plática que tendría, sería con uno de los guardias que resguardaba afuera.
Los próximos diez minutos se dedicó a mojar su cara con agua para después rasurarse. Era un milagro que le dejaran hacerlo aún sabiendo que si se cortaba podía convertirse en Titán. De todos modos sabía perfectamente que incluso si pudiera, no iba hacerlo. ¿Por qué? No quería darle más problemas a los chicos y tampoco quería hacer que lo odiaran más de lo que ya lo hacían.
Por último, amarró el largo cabello que había dejado crecer durante meses en un pequeño chongo, dejando algunos mechones rebeldes caer por su frente. Al menos así su pinta de vagabundo se había ido. Mirándose a él mismo en el espejo, se dio cuenta de algo, y es que la persona que veía ahí ya no era la misma de hace diez meses. En tan poco tiempo que pasó en Marley a comparación de sus años en Paradis, hubieron incontables cambios. El mas notorio era su apariencia de edad avanzada a pesar de tener tan sólo diecinueve años.
No pudo evitar soltar una risita al recordar su estatura comparada con la de su capitán. Antes apenas y lo rebasaba, pero ahora seguramente tendría que mirar hacia abajo para ver su rostro.
—Cómo quisiera verlo —soltó a la nada.
—¿Hablando contigo mismo? Si que pasar un día encerrado afecta —mencionó el guardia.
—Tengo que hablar con alguien ya que siempre estás callado —siguió con el juego.
—¿Y a quién es esa persona que mueres por ver? —preguntó intrigado.
—¿No es obvio? —sonrió.
[...]
Durante el resto del día se dedicó a distraerse de todas las formas posibles. Algunas veces se recostaba a hundirse en sus pensamientos y otras trataba de sacar tema de conversión con los guardias que cambiaban de turno cada cierto tiempo. Incluso hizo varios intentos por saber algo sobre el pelinegro, aunque nadie pudo darle respuestas a sus preguntas. Empezaba a sentirse desesperado y sus ganas de salir aumentaban con cada "no sé nada, en serio". De no ser por el mismo Ackerman, ya estaría afuera gritando su nombre a los cuatro vientos.
Se levantó del suelo después de hacer algunas flexiones. Parte de sus pasatiempos era hacer ejercicio, ¿qué más podía hacer?
Por lo visto era hora de la comida. Aún siendo el hombre poseedor del Titán de ataque, moría por un plato de sopa caliente. Sin embargo, se llevó una grata sorpresa al ver que sus dos mejores amigos de la infancia le habían llevado la bandeja. Este la recibió en silencio, dudando si podría tener al menos una plática con ambos. Odiaba la tensión en el ambiente. Como si una barrera invisible le impidiera hablar como siempre con las dos personas que estuvieron con él en todo momento.
—Ereh —fue lo primero que dijo Mikasa al verlo.
—Eren... —dijo Armin— Ha pasado un tiempo desde que estuvimos los tres en el mismo lugar...
—¿Qué hacen aquí? —preguntó comiendo un poco de la sopa que había en el tazón.
—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué te fuiste sin decirnos? —preguntó el rubio exaltado—. ¡Pensamos que te pasó algo o te habían secuestrado otra vez!
Hubo un silencio antes de que el castaño soltara la respuesta. No importaba si quisiera explicarles todo, ellos no iban a verlo de la misma forma. Conociéndose de tantos años, Eren sabía que se negarían a aceptar los hechos, disfrazando la verdad con un montón de posibilidades sin futuro; y el castaño estaba cansado de eso. Ya no quería seguir retrasando las cosas. El momento decisivo estaba a punto de llegar.
—Lo que hice fue por el bien de la isla —respondió sin mirarlos, de pronto su voz se había tornado sombría—. No necesito darles explicaciones y tampoco pienso detenerme.
—¡Eren! —gritó Mikasa— ¿No te das cuenta de todo el daño que causaste? Los altos cargos y la Legión misma perdió la confianza en ti. Ni siquiera quieres contarnos a nosotros, ¿qué ocurre?
No recibió respuesta en unos largos minutos. Armin trató de controlar los insistentes gritos de la pelinegra. No tenía caso querer buscar información con el de ojos verdes, estaba claro que no planeaba decir nada. A ese punto de sus vidas, aquella amistad parecía estar tan lejos que los tres sentían una gran tristeza en sus corazones. Pero no era momento de dejarse llevar. Tenían en claro que no podían tratar a Eren como siempre, pero tampoco iban a perder la esperanza en que el chico quisiera hacer lo mejor.
—Sólo pido que confíen en mí —los miró con determinación.
Ninguno de los dos supo qué responder ante eso. ¿Confiar en él a esas alturas? Aunque quisieran hacerlo, les era difícil, más si este no soltaba detalles.
—Vámonos Mikasa. Él no va a decirnos nada.
Aunque no quería hacerlo, la chica con la bufanda terminó por separarse de los barrotes para caminar hasta las escaleras con el rubio a su lado. ¿Aún quedaba algo del antiguo Eren en el hombre que ahora veían?
En cuanto el castaño se quedó solo, soltó un suspiro de pesadez. Por suerte en ese momento no se encontraba nadie a su cargo y podía expresarse libremente. Se sentó en el suelo recargando su espalda en la cama al mismo tiempo que pasaba su mano por su cabello. Cuando se encontraba solo, volvía a pensar en lo mismo que en la mañana: lo mucho que habían cambiado las cosas. Pensar en el pasado solamente lo hacía extrañar.
Cerró los ojos por un momento. Dejaba que el aire se colara por su nariz hasta sus pulmones. Mantenerse sereno era clave para reprimir sus ganas de salir por la fuerza y crear más caos. Por supuesto que sus amigos no se merecían la situación por la que estaban pasando... tampoco la comandante o los habitantes de dentro de las murallas. Mucho menos la persona que amaba.
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Estúpido Eren || Ereri
FanficMeses separados y el mocoso estaba parando enfrente suyo. Pero no podía recibirlo con los brazos abiertos después de que se fue a Liberio sin decir nada. Conseguir el perdón de su capitán dependerá solamente del estúpido de Eren. 🌿Los personajes...