◇Una Vida Normal◇

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Ya han pasado varios días ¿veinte? No, veintitrés, estoy segura. He pasado ya algo de tiempo en este mundo sin sentido alguno. Recién llegaba de un juego de corazones. 

Esta vez recuerdo más.

Tres chicos que parecían ser amigos, un señor de unos cuarenta y tantos, una chica un año menor que yo, una señora de treinta y yo. 

"Las inscripciones se han cerrado. Cinco de corazones. El juego será Adivina Quién."

"Uno de ustedes entrará a una habitación donde hay 2 cajas, entrará en una. Luego, uno de ustedes será seleccionado al azar para escoger una caja. Seleccionen la caja que no tiene una persona dentro y ambos sobrevivirán. Pasarán todos y el juego concluirá."

"Condiciones para ganar el juego. Escojan la caja en el tiempo límite. Si estás en la caja no podrás hacer ningún ruido. De lo contrario, morirán al instante."

"Coloquense el collar por favor."

Había unos collares de metal. Todos obedecimos y nos lo colocamos, el collar se cerró automaticamente, no lo podíamos quitar de nuestros cuellos.

Entramos al pequeño lugar, parecía una pequeña bodega. Había una puerta y al lado una pantalla con nuestros ID que nos daba el juego.

No recuerdo mucho desde ahí, mi mente siempre bloquea los recuerdos más "traumáticos" aunque a mí no me dejan trauma, tal vez por el bloqueo.

Solo sobreviví yo. Los 2 chicos murieron por no poder hacerlo, el collar les dió una pequeña explosión el cuello y murieron al instante. El chico y el señor murieron en la caja. A la chica la maté yo y la señora no pudo hacerlo cuando estaba en la caja, dijo que le recordaba a su hija menor. 

Eran aproximadamente las 2 a.m. cuando salí de ese lugar. No sentía remordimiento o algo parecido. Vi la carta, solo teníamos 2 en casa. Ambas las había tomado Kaede. Tomé el pedazo de cartulina y fui a casa, debía bañarme, tenía sangre de las explosiones en mi ropa. Sería mi tercer baño desde que llegué aquí. Había que ahorrar agua.

En casa todo estaba increíblemente bien. Rumi ya se acostumbró y Kaede se ha abierto a las dos, somos una pequeña familia, por así decirlo.

-Llegué.- Grité mientras cerraba la puerta principal.

-Apestas a muerte.- Fue la hermosa y sutil forma de Kaede de decir "me alegra verte viva." 

-Sí, ya lo noté, gracias.- Caminé un poco para llegar a las escaleras, Rumi venía para abajo.

-Me alegra que sobrevivieras.- Se fue a la cocina. Ella cambió algo en estas semanas, ya no es la misma chica inocente y tierna. Aún tenía esa esencia dulce y agradable pero se mezcla con una pizca de rudeza y apatía.

Estaba tomando mi ducha, una cubeta no muy grande, y me mojaba el cuerpo con un vaso de plástico. Así eran nuestras duchas.

Me cambié en la habitación principal, la compartíamos Rumi y yo mientras que Kaede dormía en la suya. Me coloqué ropa limpia, un simple top, pants algo holgados y unas botas sin tacones, todo de color negro.

-Tenemos que hablar.- Fue lo primero que dijo Kaede al ver que bajaba. Rumi estaba sentada en el sofá enfrente y yo me senté al lado de ella.
-Iremos a buscar a la playa.- 

No entendía, teníamos pocos días. Rumi tenía 4, Kaede unos 3 y yo recargue con 5.

-¿Por qué? Aún  no tenemos muchos días.- Se suponía que buscaríamos cuando acumularamos varios.

-Porque...- De repente la voz de Kaede se quebró un poco.

Al parecer su hermano menor estaba aquí en Borderland. ¿Acaso traen a todos los que conoces o qué mierda? 

Al salir de su juego, pudo distinguir a su hermano entre las sombras y justo cuando estaban a punto de abrazarse, un sujeto de pelo negro atado en una pequeña coleta lo atrapó y apuntó a Kaede con un arma. Ninguno habló, con las miradas decían bastante. Si Kaede intentaba algo, dispararía, lógico. Metieron al chico en un auto negro y su raptor también subió. Kaede ni siquiera lo siguió por el miedo a que le hicieran algo a su hermano. 

-Tengo el presentimiento de que está en en ese maldito lugar.- La tristeza poco a poco se convirtió en ira. Apretaba sus puños encima de sus rodillas y cerró los ojos con mucha fuerza. Me senté a su lado y tomé su puño. Nos conocíamos hace poco pero en un mundo donde no hay casi nadie, las pocas personas de tu alrededor se vuelven más importantes de lo que uno se imagina.

Rumi hizo lo mismo del otro lado. Sus músculos se relajaron y nos miró con unos ojos tristes. Los 3 nos abrazamos. No sé cuánto tiempo pasó pero fue mucho cuando por fin decidimos separarnos.

-Nos vamos en la mañana, vayan ligeras, no sabemos muy bien donde está, podría quedar lejos.- Kaede se levantó y subió a su habitación secándose unas cuantas lágrimas. 

Rumi y yo subimos a la habitación principal. Kaede necesitaba espacio.

Comenzamos a empacar un par de mudas de ropa.

-¿Crees que haya una salida de este mundo?- En definitiva su inocencia aún estaba ahí. Me alegro por eso.

-Eso espero.- Mi voz se tornó triste al recordar que había gente esperándome en algún lugar. Escuché sollozos, al voltear Rumi estaba en lágrimas. La abracé. Kaede entró y se tiró en mis piernas, se recostó en ellas. Con una mano acariciaba el cabello de Kaede y con la otra abrazaba a mi amiga. Mis lágrimas tampoco tardaron mucho para salir. 

Ahí estábamos, 3 chicos de entre 17 y 23 años llorando por perder algo que pensamos siempre tendríamos: una vida normal.

Con el tiempo, llorar se volvió cansado y los tres quedamos dormidos en la cama matrimonial de la habitación.

My New Addiction [Suguru Niragi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora