Capítulo 1: Hago explotar a la señora de los helados.

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Brriiiing.

Respire profundo mientras ponía mi mano en la manija de la puerta. Tal vez este año fuera diferente, tal vez no fuera expulsada por séptima vez en ocho años; tal vez podría romper un record personal. No era muy probable, pero quizá. El no encajar tampoco ayudaba, pero este año no necesitaría amigos; mi padrastro me había dicho que si lograbas pasar el segundo y tercer año, entonces tal vez la vida fuera más fácil. Creo que él se refería a las calificaciones en la escuela, pero nunca especificó.

Abrí la puerta, y mi primera mirada a la clase arruino mis esperanzas a todos esos «tal vez».

Esperaba haberme equivocado de aula, tal vez era la sala de primer año, porque parecía una sala de jardín de niños. Había libros ilustrados alineados en las estanterías y pequeños recortes de flores en colores pastel en el umbral de la ventana. Los escritorios hacían pequeños grupos en la alfombra arcoíris. Parecía como si un unicornio hubiera vomitado en el lugar. En serio, incluso había un recipiente para juguetes. Estaba a punto de darme vuelta e irme lejos de la guardería, pero fui detenida por una voz.

— ¿Estas perdida, cariño? —dijo una alegre voz.

Estaba considerando ignorarla, pero si esta no era la clase correcta tal vez ella supiera decirme donde era. Me di la vuelta y sonreí tan amablemente como podía.

— ¿Dónde puedo encontrar la sala 15? —pregunte, silenciosamente tratando de descifrar uno de esos alegres carteles en la pared con refranes felices. Pareciera como si dijera «Si las jirafas fallan, dales dirección», aunque honestamente no pienso que siquiera me haya acercado. Usualmente era muy buena leyendo, pero la dislexia destrozaba las palabras, especialmente las que tenían colores brillantes, y, con la suerte que tenia, el poster estaba escrito con verde neón. Más tarde me di cuenta de que en realidad decía «Si todo lo demás falla, lea las instrucciones». No me gusto el tono de sarcasmo en ello. Sugería que las personas no leían las instrucciones al comenzar, aunque sea lo correcto. Incluso yo sabía eso.

— Estas en el lugar correcto, cariño. Soy la Sra. Valden. ¿Cuál es tu nombre? —pregunto, buscando mi mano para estrecharla.

Estreche su mano rápidamente. —Me llamo Lea.

—Mmm, me pregunto si se habrán confundido con tu horario, porque pareces mucho más... —pauso para pensar en las palabras unos segundos— nítida, que los otros estudiantes con los que trabajo.

Como si no hubiera escuchado eso antes. O ella estaba tratando de reconstruir mi autoestima, o ella tenía estudiantes muy aburridos. Sabía cómo responder ante eso, y sabía que tratar de ocultar mi dislexia y TDAH no funcionaba, lo había intentado antes. No creo que alguien pueda poner en una calculadora el número de veces que había sido llamada estúpida.

Los demás chicos empezaron a presentarse, al principio se veía como algo normal. Hasta que la clase empezó. La Sra. Valden aplaudió sus manos dos veces, pauso, y luego aplaudió tres veces más. La clase repitió la acción, excepto yo. Quería ser capaz de decir que la última vez que había hecho eso era en primer año.

Además, la reacción era triste. Algunos chicos estaban muy entusiasmados ante el hecho de que podían hacer ruidos con su cuerpo y empezaron a aplaudir muy rápido mientras miraban con asombro a sus manos y reían atolondradamente. Lo peor de todo es que un niño tenía algunos problemas entendiendo el concepto de aplaudir y miro a sus manos, confundido. Quería saltar por la ventana con adornos de jardín y tomar una de las sonrientes mariposas conmigo en el camino.

—Muy bien niños, hoy vamos a colorear nuestros nombres en carteles, los que están en su escritorio. Asegúrense de colorear su nombre y no el de alguien más.

El Ascenso de la Noche  - La Guardiana de los Sueños #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora