Una distracción

Estrés

Hiro estaba en el laboratorio que alguna vez había pertenecido a su hermano mayor. Hacia dos semanas que había encontrado el chip creado por Tadashi protegido en el puño de Baymax, desde ese día el pelinegro había comenzado a trabajar en la reconstrucción de su amigo inflable, pero con cada día que pasaba la frustración crecía dentro de él. Hiro quería a su amigo de vuelta pero su construcción era más complicada de lo que parecía, el chico había estado trabajando en armar las manos robóticas de Baymax pero el estrés lo había consumido, Hiro tenía que admitirlo, Tadashi se había esforzado en la creación del  robo-enfermera.

-¡Imposible! –gritó el pelinegro frustrado tirando algunas cosas de su escritorio y llevándose las manos a su cabeza entrelazándolas con su cabello

-¿Sucede algo? –preguntó una voz femenina desde la puerta, Hiro volteo para ver a la chica de cabello negro con mechones purpuras en el fleco que estaba con los brazos cruzados, ella rara vez demostraba su lado emocional pero con Hiro este salía de forma muy natural.

-No es nada –contesto el chico de 14 años intentando sonreír para ocultar el sentimiento de frustración que lo sofocaba poco a poco desde hacía unos días.

-No te atrevas a mentirme Hiro Hamada –Gogo rara vez le hablaba por sus dos nombres, solo lo hacía en ocasiones muy serias, él la miro directo a los ojos, esos increíbles ojos cafés que tanto le gustaban, que lo hacían sentir débil y fuerte, temeroso y osado, que podían elevarlo hasta el cielo si eran dulces o llevarlo al abismo si eran fríos y calculadores como en ese momento-, dime lo que te sucede.

Hiro soltó aire rendido, no podía contra ella ni sus hermosos ojos que más de una vez había dibujado inconscientemente entre las hojas de algún cuaderno –Yo estoy estresado, solo es eso lo juro –contesto el muchacho restándole importancia a lo que le sucedía.