Capítulo 8: Luke, la damisela en apuros. Y la mordaza del calcetín sucio.

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-Ni en mis más extraños sueños me imaginé que seguiría a un pegaso para salvar a otros pegasos-murmuró Thalia por lo bajo, mientras silenciosamente caminaba entre los arbustos del bosque-. Y sueño muchas cosas raras...

Y no mentía para poder relajar el pesado estado de ánimo que se había instalado en el aire al caminar silenciosamente por el bosque detrás de Percy.

Era cierto que había tenido sueños raros. Recordaba huir como alma que persigue Hades de hormigas gigantes que intentaban morderla con sus pinzas ¿Alguna vez vieron fotos de caras de hormigas vistas a través de un microscopio electrónico? ¡Esas cosas asustan como la mierda! O correr desnuda por Central Park mientras era perseguida por algo que no podía identificar.

Sí... la cabeza de Thalia no era el lugar más sano que digamos. Un psicólogo tendría un día de campo si tuviera una sesión con ella.

Pero no era eso en lo que debía de enfocarse en este momento. Tampoco en el perfecto trasero de Percy que estaba sólo un metro de distancia de ella. Debía de enfocarse en rescatar pegasos, y en el claro del bosque que se veía a lo lejos.

-Estamos cerca-dijo Percy, en voz baja-. Estén atentos. No sabemos cuántas de ellas hay.

El pegaso negro, Blackjack, resopló para llamar la atención y asintió tres veces. A Thalia aún le parecía asombroso que ese hermoso pegaso pudiera entenderlos perfectamente.

- ¿Sólo hay tres de ellas?-inquirió Percy.

Blackjack volvió a asentir.

-Eso hace las cosas más fáciles-dijo Luke, sonando confiado.

-No subestimes a las amazonas-advirtió Annabeth-. Son fieras guerreras. Mucho mejores que las cazadoras de Artemisa si las historias sobre ellas sonciertas.

-Que las cazadoras no te escuchen decir eso-dijo Grover, mientras miraba por los alrededores, casi esperando que las cazadoras aparecieran-. Tienen una pequeña...no... una GRAN rivalidad con las amazonas.

- ¿A pesar de que ambos están compuestas por solamente chicas? -inquirió Sammy-. Pensé que se llevarían bien.

-Oh, ambas se respetan mutuamente, pero sus ideales son ligeramente diferentes y por eso tienden a chocar. En el pasado, algunas cazadoras llegaban muy mal heridas al campamento luego de haberse encontrado con las amazonas.

-Y ahora nosotros vamos directamentea un grupo de chicas que pueden humillar a las cazadoras...-dijo Luke, sintiendo que su confianza se evaporaba.

- ¡Genial! ¡Les enseñaré quién manda! -dijo Thalia, siempre desafiante.

El leve resoplido del caballo llamó la atención de todos; habían llegado.

El sol del mediodía les permitió ver claramente lo que había frente a ellos. Tres jaulas de alrededor tres metros de alto y cuatro de largo. En cada una de las jaulas había un pegaso tan blanco como la nieve en invierno. Uno de ellos golpeaba su cabeza contra los barrotes de metal, otro comía tranquilamente un saco de manzanas que tenía en su jaula y el otro tenía la cabeza gacha, cómo si se hubiera resignado a su destino.

Custodiando las jaulas, había cinco chicas que, contrario a las Cazadoras de Artemisa que vestían de plata, las amazonas vestían de negro. Pantalones de cuero y chaqueta negra, junto con botas militares negras. Thalia pudo ver que algunas de ellas tenían colgados arcos con un carjar de flechas en su espalda. Otras empuñaban lanzas junto con escudos en forma de medialuna.

Pero lo que le llamó la atención fue ver a un grupo de chicos, seis de ellos, que realizaban trabajos pesados. Acarreaban grandes cajas de madera a un camión de carga que estaba estacionado en el bosque. Lo curioso de estos chicos era que todos vestían con trajes naranjas, como los que utilizaban los presos, e incluso llevaban cadenas que mantenían sus manos y pies juntos, aunque las cadenas eran lo suficientemente largas para poder caminar levemente.

Libro 1: El Origen de un HéroeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora