Día 9. El misionero

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⚠️TW ⚠️  : Este episodio contiene descripciones de violencia, necrofilia y abuso sexual que pueden resultar perturbadoras u ofensivas para algunos. No apto para sensibles. Abstenerse de comentarios ofensivos. Se recomienda discreción.  


Los días pasaban lentos, como perezosos. Ya hacía tiempo había dejado de intentar atinar entre el día de la noche, entre los días y meses del almanaque. No tenía razón ni motivación para escapar de ahí, de esas cuatro extensas y frías paredes que ocultaban su lamentable presencia del resto del mundo. No tenía familia que estuviese buscando por él. Ni amigos que rezaran por su regreso. 

No había nadie que quisiera verlo vivo y sano. 

Su débil y escuálido cuerpo yacía tendido sobre la pequeña cama, de sábanas sucias y desgastadas, su bello cabello azabache se encontraba graso, dado a la falta de aseo, su piel pálida magullada por los golpes y sus esponjosos labios resecos por la falta de agua y comida; las ojeras visibles adornaban su rostro oscuro, carente de vida. Los muros de madera que le rodeaban se asomaban de entre el tapiz anticuado y podrido. 

Las cañerías en el techo goteaban, haciendo ligero eco al caer de cada gota. Apenas se colaba un poco de luz del sol entre la trampilla que daba al exterior. 

Se encontraba vistiendo sólo un par de medias que no lograban brindarle nada de calor, una camiseta holgada que cubría sus glúteos y un par de cadenas aferradas a sus tobillos. Entre la desgastada prenda que cubría sus piernas, rozando deliberadamente la carne de sus muslos, se podían ver los cilicios de metal que le impedían moverse. Se veía mediocre, ridículo. Triste. Desamparado. 

Escuchó pasos en la parte superior, pero les hizo caso omiso. No le importaba quién o qué estuviera arriba vagando, no era como si pudiese hacer algo al respecto. Luego de unos minutos que parecieron eternos, la trampilla se abrió. La luz golpeó repentinamente el interior, iluminando ligeramente el oscuro y desolado cuarto. Él tuvo que parpadear un par de veces para acostumbrar sus ojos al repentino destello, pero no se movió un centímetro. 

Se escucharon los pasos fuertes retumbando al bajar por las escaleras que rechinaban, haciendo alarde de sus años de longevidad. Sin cambiar su estado fetal, el joven se mantuvo renuente a hablar. El sepulcral silencio no duró mucho.

—Oh, Fred. ¿De nuevo perdido en la nada?— Aquella rasposa y asquerosa voz retumbó en su oído interno. Le disgustó, e inconscientemente formó una mueca que no dejó que el contrario viese. Sabía que si mostraba su desprecio, le iría peor. —Anímate. Ayer te dejé salir al jardín. ¿No fue eso suficiente?

No respondió. No encontraba ni la voz ni la energía para replicar. No encontraba razón para siquiera moverse de su posición fetal. No fue hasta que sintió un fuerte impacto contra su espalda que lanzó un fuerte grito al aire, retorciéndose tanto como las cadenas se lo permitieron. Continuó golpeándole en repetidas ocasiones y en diferentes partes del cuerpo. Fred gemía del dolor y escupía sangre entre cada golpe. 

—¡Contesta, joder!— Masculló el mayor mientras sujetaba fuertemente los cables con los que le había golpeado hace un instante. —¡¿Qué tanto tengo que hacer para que demuestres algo de gratitud?! ¡No te he matado aún! ¡Al menos dame crédito por eso, carajo!— Le espetaba mientras Fred se removía intentando aliviar un poco aquel ardor en su espalda. Pero era inútil. No podría hacer nada por sí mismo.

—Lo siento...— Su voz salió a duras penas en susurros, mismos que de no ser por el silencio, no habría percibido. No sabía por qué era él quien se disculpaba. Pero eso apaciguaba un poco el temor que se alojaba en su corazón.

—Siempre lo sientes, Fred. Siempre lo sientes, pero sigues empeñándote en hacerme el trabajo más pesado. ¿Qué coño te cuesta cooperar un poco?— El mencionado agachó la cabeza, deseando que su tortura terminase pronto. El hombre frente a él le sujetó sin cuidado por las mejillas, obligándole a levantar la mirada. Sus carmesíes ojos chocaron con los orbes grises del rubio, quien mantuvo el contacto visual por un rato. —Mira tu rostro. Tan demacrado y tan destrozado...— Al parecer al hombre frente a él le gustaba recordarle lo miserable de su situación. —No estarías en este estado si me obedecieras, bonito...

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⏰ Last updated: Jul 28, 2021 ⏰

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30 Days of OTP |GoldFred|Where stories live. Discover now