Día 7. Jugueteo con los dedos

774 29 3
                                    

No había mucha actividad en la residencia de Gold. Fred había estado muy agotado últimamente gracias a los trabajos y las tareas escolares, así que no habían tenido tiempo para relajarse y convivir un poco. Eso frustraba al más alto ya que a él le gustaba conversar con su pareja, saber sus inseguridades, escuchar sus anécdotas y reírse de sus chistes tontos. 

Así que obviamente estar tan distantes le molestaba.

—Gold...— Al voltear, su corazón dio un vuelco. Su tierno azabache, quien era usualmente arisco y rebelde ahora se veía como un adorable niño que recién acababa de despertar de una pesadilla. —Mi hermano me ha llamado... Dijo que vendrá en unas horas para almorzar... Él y Golden fueron con Ann a comprar algunos regalos para el cumpleaños de Joy..

—¿Le has dicho que te encuentras mal?— Vio al contrario negar. —¿Y puedo saber por qué no les has dicho? 

—Es mi hermano gemelo, Gold... Él mismo lo dedujo...— El mencionado no pudo evitar dibujar una tímida sonrisa en sus labios. Ese par de ositos siempre habían sido tan iguales pero tan diferentes desde niños. Lo sabía mejor que nadie, les conocía desde que tenía memoria. —Debería preparar el almuerzo...

—No. Tú te quedarás en cama descansando mientras yo preparo el almuerzo.— Por primera vez en unos días el pelinegro estaba oponiendo resistencia a la improductividad. El mayor de los Golden sabía que a Fred le disgustaba mucho ser inútil, sobre todo en una situación en la que él se veía vulnerable o débil. Pero era por su salud así que esta vez no iba a dar el brazo a torcer. 

—He dicho que no, pequeño. Debes descansar. Aún estás enfermo y no quiero que exijas demasiado tu cuerpo.— Y no, no era coronavirus. Sólo le había dado un catarro. Calmaros, Cardi B.

—Pero... puedo aunque sea cortar los vegetales o... hervir agua ¡No sé! Algo...— Sabía que estaba frustrado. Así que para relajarlo y someterlo silenciosamente, Gold envolvió con sus fuertes brazos el cuerpo del más bajo en un abrazo dulce y cálido. 

Sus dedos jugueteaban traviesos y curiosos con los mechones de cabello que caían por el cuello del de ojos rojos, rozando su sensible y ardiente piel. Tenía fiebre pero no estaba sudando ni temblando del frío. Quizás su cuerpo le estaba dando algo de calor. 

—¿Mejor?— No recibió respuesta. Simplemente escuchó el tenue suspiro que liberó el azabache, respuesta a las caricias. La diestra de Gold acarició con dulzura la cintura esbelta del más joven entre sus brazos. Se escuchó el susurro de la ropa cuando levantó la holgada camisa que llevaba Fred, revelando así su tersa y blanquecina piel. 

Siguió recorriendo su cuerpo con roces ligeros y a veces apretones. Fred suspiraba y se derretía entre los brazos del mayor. No era placer, era una especie de confort. El saber que estaba a salvo y seguro entre los brazos de su novio le alegraba tanto que no podía evitar liberar enamorados suspiros desde el fondo de su garganta y escapándose por sus labios. 

—Gold... Te amo...— Eso a penas salió en un ligero susurro, el cual por suerte Gold logró escuchar. Sonrió irremediablemente. Ese chico era todo un enigma.

—Yo también te amo, enormemente.— Continuó con las caricias. Aunque era invasivo no era sexual. Nada fuera del sentido romántico y cariñoso. Ahora sus juguetones y traviesos dedos recorrieron la espalda del menor, quien se arqueó al sentir el frío contacto de pieles. Gimió de la sorpresa, a lo que Gold se rió en respuesta. 

—Lo siento, me he lavado las manos hace rato y creo que siguen frías.— Rió entre dientes, el menor se apartó un poco para dirigir su mirar a los orbes oscuros de Gold, quien también conectó sus miradas. Luego de una intensa lucha de miradas, Fred volvió a refugiarse en el pecho del mayor, como un gatito asustado. 

Gold le recibió y luego de tomarle en brazos como un bebé, le llevó a la cama y le cubrió con las sábanas. 

—Descansarás y yo cocinaré. Vendré a despertarte cuando tu hermano y tus amigos lleguen.— Cuando el mejor asintió sumisamente adormilado, Gold sonrió. Besó su frente dulcemente y acarició su mejilla con sólo el roce de la yema de sus dedos. 

—Te amo, Fred...— Y sin escuchar respuesta, salió del cuarto. Fred se había quedado dormido. 

—Yo también... te amo, Gold...

•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*•.*

Madre del señor, me he muerto casi un año. 

Hola a todos, perdonad que no he actualizado hasta ahora. Apenas terminé mis exámenes finales, me tomé un largo descanso de todo. Los trámites de la universidad son un rollo. 

Feliz Navidad a todos! En unos minutos subo el especial de Navidad Golfred Frededdy. Porque si, haré especial doble shipp!

Os amo a todos. 

No seáis Grinchs. 

𝐾𝑢𝑟𝑜𝑔𝑎𝑤𝑎 𝑌𝑢𝑟𝑖

🐙⭐️🌸❤️


30 Days of OTP |GoldFred|Where stories live. Discover now