El dolor que siempre creí haber conocido durante gran parte de mi vida era sólo una raspadura en comparación a la agonía que me atravesó el cuerpo por tanto tiempo.
La partida de mis hijos hizo que el mundo viniera sobre mí y era inevitable llorar por su pérdida. Cuando todos se enteraron de la terrible noticia, querían estar a nuestro lado dando el pésame; sin embargo, Marinette y yo preferimos estar a solas. Sabíamos que este acontecimiento era inevitable desde que nuestro pequeño Hugo nació, pero jamás platicamos sobre qué hacer nosotros después de su fallecimiento.
Y fue más doloroso cuando el Doctor Wang Fu nos dijo que ya no podríamos tener otro hijo en el estado en el que estaba Marinette. Su vientre aún no estaba preparado físicamente y tardaría un par de años en recuperarse por completo.
Al principio teníamos que poner una sonrisa cada día y decirle al mundo que estábamos bien, que saldríamos adelante y que nuestro pequeño nos cuidaba desde el lugar donde estuviese. Él ya no sufriría con las hospitalizaciones ni con los medicamentos tan fuertes que le daban aún siendo muy pequeño. Era fuerte, era un Agreste Dupain. Sabíamos que ya estaba descansando de todo esos procesos tan inquietantes a los que fue sometido. Pero era mejor así.
Mi esposa lloraba todas las noches, no quería soltar todas las cosas de nuestro hijo y cada rincón de la casa le recordaba las pocas veces que Hugo estuvo en ese lugar. Tenía que sostenerla fuertemente porqué sabía que sus piernas no aguantaban el dolor de su corazón.
Incluso a veces era al revés, aunque ella físicamente no podía sostenerme. Cuando yo no podía resistir estar de pie ni aguantar más el sentimiento que me oprimía, Marinette me abrazaba y me protegía con sus delicados brazos, sin importar en qué parte de la casa estuviéramos.
Muchas veces yo mismo me culpaba de ambas partidas. Sentía que no hice suficiente por ambos, que tal vez el destino pensaba que no era un buen marido ni un hombre digno de ser padre. Y quizá así fue, pero estaba dispuesto a dar lo mejor de mí para sacar adelante a mi reina, mi Marinette.Y por nuestro bienestar emocional y mental, tuve que sacarnos de esa casa para mudarnos a un departamento más pequeño y así poder volver a nuestros trabajos. A nuestra antigua vida antes de enterarnos de nuestros hijos.
Poco a poco los días se convirtieron en semanas y esas semanas se volvieron en meses. Retomamos nuestra rutina como era y siempre tenía que considerar pasear para poder superar lo que hasta ese momento había sido lo más duro de nuestras vidas.
Cuando me encontraba con nuestros amigos y veía a sus hijos, siempre me imaginaba un mundo paralelo en el que Louis y Hugo hayan nacido con perfecta salud y viendo lo que supuestamente estaríamos haciendo en esos momentos.
Probablemente nos estuviéramos desvelando para apaciguar sus inquietudes en las madrugadas, uno por hambre y el otro porque los llantos de su hermano no lo dejaban dormir. Lo mejor después de calmarlos y arroparlos a cada uno en sus camas, sería verlos crecer mientras duermen. Sorprendernos por las ocurrencias, estar molestos por sus travesuras y enamorarnos con sus risas que llenarían de vida nuestro hogar; sosteniéndolos después de las caídas por enseñarle a Hugo a caminar o a Louis a andar en bicicleta. Escucharlos decirse cuánto se odian junto con las quejas de uno sobre el otro para después jugar de nuevo, como si no hubiera pasado nada malo entre ellos; y en ocasiones, el querer estar junto a nosotros todo el día y nadie más.
Todo eso me lo imaginaba constantemente y el anhelo de tener nuestra descendencia aumentaba cada día.
Hasta que tuvimos la idea de adoptar.
Creímos que la adopción sería sencillo, ya que habían muchos niños huérfanos que necesitaban un hogar. Pero fue mucho más complicado que eso. No cumplíamos todos los requisitos que pedían, y eso nos desilusionó demasiado. Y más a Marinette, que sólo miraba con impotencia a los niños abandonados, queriendo cuidar a todos con los que se encariñaba. Pero dentro de mí albergaba una esperanza... Intentar de nuevo otro embarazo.
Estaba indeciso por comentarle a Marinette sobre la opción que teníamos; y si no lo decía, la duda crecería por saber si ella aceptaría. Había una probabilidad de que rechazara mi propuesta, pues la que sufría en carne era ella. A mí sólo me tocaba la parte más fácil.
Su cuerpo aún no estaba preparado por completo para recibir a otro bebé, debido a que las cesáreas llevaban tiempo para sanar de forma correcta. Pero aún así me arriesgué a decirle nuestro pequeño rayo de esperanza que nos quedaba. Lloró cuando lo mencioné y no podía articular ninguna palabra.
Lo que no me esperaba fueron lo que salió de su boca. Vi tristeza y decisión en su mirada cuando me dijo que me buscara a otra mujer para que yo tuviera ese hijo que siempre anhelé. Tenía que estar completamente loca si creía que iba a dejar a la mujer de mi vida como para buscarme a otra.
Pero lo que no pensé es que justamente lo que había dicho no hacer, fue lo primero que hice semanas después y con la persona con quien menos esperé ver de nuevo.
Kagami.
Estaba de regreso y nos encontramos justo en la recepción del edificio en donde yo esperaba a mis padres, cuando Kagami iba de salida. Ella estaba de paso por París para firmar el contrato con mi padre en representación de la familia Tsurugi. Sabía que alguien tenía que venir desde Japón, pero nunca me imaginé que iba a ser justamente ella.
Sólo mi padre sabía de este contrato que era de forma personal, mas nunca me quiso decir de que iba aquel tratado. Sólo mencionó que unos japoneses llegarían a la empresa, pero no más.
Cuando nuestras miradas se cruzaron, mi corazón se aceleró de forma inevitable. Me emocionaba que ella estuviera de regreso; después de todo, nunca estuvimos en malos términos. Se había acercado para saludarme y dijo que estaría por un par de semanas en París por cuestiones de trabajo.
El perfume que desprendía seguía siendo tan hechizante como antes y su mirada inocente decía muchas cosas que con un par de palabras se podía resumir.
Te extrañé.
Lo primero por lo que pregunté fue por su matrimonio. Esperaba que le fuera bien en ese aspecto pero al ver la tristeza que la invadió, me preocupé por ella. Me imaginaba lo peor hasta que mencionó que su esposo había fallecido hace un año debido a un accidente automovilístico.
Me contó que, a pesar de ser un arreglo matrimonial, siempre la respetó hasta lograr conquistarla. Lo que más me dolió fue escuchar que tenían planes de tener hijos más adelante; después de todo, se empezaban a querer.
Y fue en ese momento que recordé la propuesta de Marinette.
Perdón por la demora, y por los errores que se colaron. Los que vean por ahí, me los hacen saber.
Como algunos ya saben, el día de antier falleció mi abuelo (ito de cariño) y la neta no me siento con ganas de nada. Era muy querido por mí y por la mayoría de la familia.
No quería dejar esta historia sin volver a actualizar y No sé cuánto tiempo me tome de nuevo publicar, pero en cuanto todo esto pase, volveré con ustedes, mis queridos lectores.
Cuídense mucho y abracen muy fuerte a sus abuelitos, no pierdan la oportunidad de decirles lo mucho que los quieren.
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"Sin ti"- Miraculous Ladybug Adrinette
FanfictionHay diferentes tipos de cartas, desde las formales, de cumpleaños, hasta las dirigidas a Santa Claus, pero las que están escritas por Marinette se quedarán por siempre para ella misma. •Los personajes de Miraculous Ladybug pertenecen a Tomas Astruc...