H o r n e a r

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Asahi tuvo que ir de viaje por un tema del trabajo, ahora el turno de Nishinoya cuidar de Aiko.

Desde el lunes al viernes la abuela de Aiko —mamá de Asahi— venía a cuidarla ya que Noya tenía que trabajar. Pero el día viernes fue diferente, ya que este pudo llegar más temprano ya que ese día volvía su esposo.

— ¡Aiko! ¡Llegué! — Decía mientras dejaba su zapatos en la entrada — ¿Aiko?

— ¡Voy! — Con el tono se le notaba que estaba emocionado. Noya escuchó  pequeños pasos corriendo hacia él, y eso le emocionó — ¡Bienvenido!

— ¡Aiko! — Se acercó a la niña y le dió un pequeño beso en la frente — ¿Qué tanto estabas haciendo?

— ¡Encontré algo! ¡Ven, ven! — La niña tomo de la mano de Noya, y lo llevo hasta la cocina, dónde le entregó una caja de cartón — ¡Mira, mira!

— ¿Harina para pastel? ¿Por qué me la das?

— ¡Quiero que hagamos un pastel! — Decía muy emocionada — ¡Vamos, vamos!

— No lo sé Aiko, yo no soy muy bueno en esto.... pero cuando llegue tu papá lo podemos hacer

— ¡Falta mucho para que llegué! ¡Vamos, por favor! — Insistía ella.

— Hm.... ¡Bueno, hagámoslo!

...

¿Todos sabíamos que iba a salir mal verdad? Si, lo sabíamos.

En tan solo unas dos horas, todo era un completo desastre.

El lugar sucio de la mezcla de chocolate, además de que ambos habían querido ponerle una crema pastelera, mala idea. La primera les salió una muy rara, demasiado pegajosa y con un sabor extraño.

La segunda les salió mejor, pero habían hecho demasiada crema, que ahora no sabían que iban a hacer con ella.

Y finalmente, la mitad del pastel se les quemó, y la otra mitad estaba un poco quemada por fuera pero increíblemente cruda por dentro.

Esa cocina era un chiquero de lo sucia que estaba. Además que Asahi llegaría en cualquier momento.

Bueno, sabían que él no era alguien enojado, pero creo que una joda que dejas una casa increíblemente limpia para que en una semana dos tontos la arruinen.

Intentaron arreglar lo que más podían, desde de que Noya y Asahi vivían juntos —antes de casarse— el más alto se encargaba de todo.

Con el poco conocimiento de limpieza, ese tonto y esa niña tonta —bueno, tampoco tanto, seguía siendo una niña al fin y al cabo— dejaron como mejor podían ese apartamento.

Y sus pelos se pusieron de puntas al escuchar la puerta del hogar abrirse.

— ¡Llegué! ¿Amor? ¿Aiko? — Este camino hasta la cocina y vio a ambos sonriéndole, obviamente se les notaba un miedo por dentro — ¿E-Estan bien?

— ¡Hola papi! —  Saludaba muy alegre la niña, ignorando la pregunta.

— ¡Claro que estamos bien! ¡Bienvenido a casa! —  Decía Noya mientras le daba un pequeño beso en la boca — ¿Qué tal tu viaje?

— Muy cansado, aunque....— La cara de Asahi cambio drásticamente, y se le veía confundido — Huele a quemado, ¿Ustedes lo huelen?

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