Haga lo que haga, no puede olvidar lo que vio y leyó.
Está grabado en su cerebro a fuego. Siente como si alguien hubiera puesto un hierro al rojo vivo sobre él.
No puede olvidar.
Y le gustaría.
Es imperdonable, después de todo. Asomarse al alma de otra persona de esa manera y sin su permiso.
***
Siempre ha pensado que no tenía oportunidad.
Sus sentimientos sobre Deku —Izuku, maldita sea, dice su cerebro; también es Izuku— siempre han sido complicados e incomprensibles. Pasaba de la irritación al odio absoluto y nunca se detuvo un momento a preguntarse por qué lo odiaba tanto. El respeto mutuo no llegó hasta después. Hasta los años de la UA. Y entonces estuvo convencido de que era demasiado tarde porque nada volvería a ser lo que pudo ser.
Notó que lo miraba más y que lo que se movía en su estómago ya no era sólo respeto o una clase retorcida de admiración que él podía sentir. No. Lo apartó con una patada certera y se concentró en otras cosas. Eso fue después de Kamino, después de examen para obtener una licencia provisional que reprobó, después de pelear con Deku y demostrarse que todavía podía ganarle. Todavía. Fue cuando empezó a ver su vida cayéndose en pedazos y no supo cómo detenerlo.
La aceptación llegó más tarde, en sus últimas prácticas ese año. Viéndolo de lejos, obligado a enfrentarse a su amabilidad absoluta y a su empatía.
«No somos amigos», se esforzó en pensar entonces, pero si lo eran. Entrenaban juntos. Todo el tiempo.
No pudo ignorarlo más cuando casi murió por Deku y estuvo bien con eso. La lógica era inmaculada: nada pasó por su mente, su cuerpo de movió solo. Tal y como Deku había dicho más de un año atrás.
Para entonces todavía no había tenido los huevos de pararse frente a él para pedirle una disculpa. Ni siquiera a su modo. A lo máximo que podía aspirar, lo sabía, era a convertirse en su amigo. Amigo, amigo. La palabra quema cuando quieres eso pero también otras cosas.
(Otras cosas: quizá un beso lento en los labios, porque Katsuki no se imagina cómo son; quizá, también, un abrazo, un roce de manos, una sonrisa; quizá también su cuerpo, al lado del suyo, piel contra piel).
Sólo amigos estaba bien.
Bien. Engaño perfecto de quien se sabe rechazado antes de lanzarse al vacío.
Deku —Izuku, es Izuku— es un libro abierto y un misterio a la vez. A Katsuki no le cuesta entender cómo reaccionará en cosas relacionadas con el heroísmo, pero está completamente perdido en otra clase de cosas sentimentales. Ah, pero el cuaderno.
«Por qué me gusta Kacchan» es una frase grabada en sus pupilas. No puede deshacerse de ella.
Le permite cierta esperanza que ya creía perdida para siempre, convencido de que su pasado le había arruinado todas las oportunidades. El corazón caliente.
Y después, el horror de Izuku, haciendo sentir que Katsuki lo arruinó absolutamente todo.
El cuaderno estuvo allí, a su alcance. Creyó que era uno de sus cuadernos de análisis. Los ha leído y revisado antes, en un intento de expiar el daño que les hizo antes explotándolos, mojándolos y arrebatándoselos de las manos. Misma forma. Mismo formato.
«Por qué me gusta Kacchan».
Por supuesto, no lo era.
Quiere estrellarse contra la pared. Saber que se había resignado, por primera vez, como un cobarde, creyendo que hacía lo correcto al nunca declararse, sólo para darse cuenta de lo equivocado que estaba. Todo por tener demasiada curiosidad.
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Flirting Analysis for the Future [Katsudeku/Bakudeku]
FanfictionCosas que le gustan a Katsuki Bakugo (también «Kacchan»): 1. El curry picante. (En general, la comida picante, pero ha hecho más curry que otra cosa en los últimos años, por lo que, para efectos del análisis, se decidió delimitarlo a eso). 2...