2|Hilos.

3.2K 424 127
                                    


Jess

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Jess.


Nunca he creído en la suerte.

Mucho menos en las galletas de la suerte.

Cuando accedí a recibir aquella austera galleta en el restaurante de esta tarde, lo último que se cruzó por mi cabeza fue el hecho de hacerle caso a lo que dictaba el papelillo. Estaba reservándome mis dudas y mis críticas para ir directo al restaurante a desmentir el rumor de la galleta. Pero, tal parece que se ha jodido por completo mi suerte.

Nos miramos durante un par de segundos en los que debo recordarme a mí misma cómo demonios inflar los pulmones. Puedo ver a las dos diminutas copias de mí misma burlándose de mí sobre mis hombros.

¿En qué clase de brujería me había metido?

Eduardo Bennett. Mi mejor amigo de la infancia. El mismo chico al que le rompí el corazón hace más de un año, está justo frente a mí. Sostiene una cámara entre las manos, lleva el pelo castaño desordenado y... ¡vaya pectorales, huh!

―Yo... ―Me aclaro la garganta en un patético intento de recuperar mi voz―. ¡Qué sorpresa esta!

Él suelta una suave risita, y se acaricia el dorso del cuello con su mano libre.

―¡Sorpresa es la palabra! ―concuerda con lo que he dicho. No puedo evitarme reírme ante el modo en el que lo dice, con una mezcla de diversión, fascinación y pasmo.

Entierro mis manos en los bolsillos de mi abrigo, y me muerdo la comisura de los labios. Entonces, caigo en cuenta de lo rápido que está latiéndome el corazón en el pecho. Ponerme nerviosa no es algo que me ocurre con frecuencia, pero cuando sucede... el cielo se quiebra en pedazos porque me vuelvo la persona más torpe del universo.

―¿Cuánto ha pasado? ―pregunto en murmullo estrangulado. Mi voz se vuelve tan aguda, que dejo de reconocerme. La Jess malvada en mi hombro, se burla abiertamente de mí. Mientras que la Jess santita en el hombro opuesto, me da una mirada llena de compasión.

Ninguna de las dos partes de mi subconsciente sirve de algo.

―No lo sé. ¿Una vida gatuna, tal vez? ―Suelta una risita, y luego vuelve a sostener su cámara con firmeza―. Estuviste en la reunión de estudiantes, ¿no?

Asiento, porque estuve ahí. Y recuerdo que él también estuvo en la reunión de estudiantes, y en la boda de la hermana de Kath... cuando casi estropea toda la celebración.

Me deshago del pinchazo que me taladra al percatarme que vagamente recuerda haberme visto ahí. No lo culpo, porque esa noche apenas hablados. Kath se lo llevó durante un buen rato, y luego desapareció en acción.

―Sí, estuve.

―Sí, lo recuerdo ―afirma, desplegando una leve sonrisita ladina―. No he vuelto a ver a nadie luego de esa noche ―acota. Puedo notar la incomodidad que tiñe sus palabras cuando menciona lo último, como si sus recuerdos acerca de aquella noche no fuesen sus preferidos.

Conexión Irresistible © [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora