5|Eureka.

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Jess

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Jess


―¿Estás segura de lo que estás diciéndome?

Miro a Simone con sus ojos bien abiertos. Tiene una expresión de «No me jodas, perra» marcando todas sus delicadas y sublimes facciones. Solo le doy un asentimiento, y me muerdo el labio inferior con fuerza. Me gustaría decirle que no. Me gustaría haber mal entendido la situación entera, pero no ha sido así.

Cuando la suerte te abandona... la mala suerte se pone de tu lado.

―Oh, Jess. Es una gravísima acusación. ¿Fingir que no te conocía? ―dice como si le disgustase, y al mismo tiempo, no pudiese tragarse mi historia. Mi versión de la noche del viernes. Y, lo mal que la he pasado el resto de la semana después de aquel embrollo.

Ni siquiera puedo hablarle a Kenzie sin sentir a mi estómago siendo masticado por la culpa. Me siento terrible, y ni siquiera tengo la culpa de toda esta realidad paralela en la que me he zambullido.

―Fue el colmo, Simone ―hago una pausa para tomar un poco de aire, y mis dedos descansan el plumón azul que me regaló Kenzie en mi cumpleaños pasado. Adondequiera que me muevo, siempre hay un recordatorio del secreto que ahora debo ocultarle a mi prima―. Debí imaginarlo ―añado tras el silencio, y alzo la cabeza―. Ella lo describía como el chico literario del libro más romántico de Wattpad. Y Eduardo siempre ha sido malditamente perfecto.

Simone estira los labios en una sonrisa, y entrecruza sus dedos bajo su mentón.

―¿Eran novios? ―pregunta sin rodeo alguno.

Pestañeo. ―¿Quiénes?

―Pues, ustedes dos. ¿Fueron novios?

―¡No, Simone! ―digo con un hilillo de horror filtrándose en medio de mi voz. Pero... aunque no hayamos llegado a ser novios o aminovios o amantes, no le resta el hecho de que nuestra historia fue catastrófica.

Él estuvo enamorado de mí antes.

Yo nunca me di cuenta de ello.

Pero, ese es el problema. El puto problema con el que lidiamos algunas personas. No te das cuenta de que amas a alguien hasta que... pierdes a esa persona. Tu tiempo se acaba y no puedes echar marcha atrás.

―¿Se metieron mano? ―sigue soltándome preguntas subidas de tono, y su sonrisa que combina con su maliciosa mirada me hacen incomodar.

―Nop.

―¿Se besaron?

―No... ―me muerdo el labio de modo inexorable, y oculto el rubor de mis mejillas detrás de mis mechones naranjos de cabello.

Simone hace una mueca, y aprieta los dedos emulando la acción de su siguiente pregunta.

―¿Ni siquiera un piquito?

Conexión Irresistible © [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora