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CASSIE

Observo a cada una de mis compañeras leyendo la biblia, otras comiendo y conversando entre ellas o simplemente ayudando a las hermanas a peinarse sus largos cabellos. Me persino antes de empezar a comer y mientras recibo mi plato en la mesa, la luz del sol entra por la pequeña ventana. Las risas de todas las chicas se escuchan al hablar entre ellas y solamente guardo silencio escuchando todo lo que dicen a mi alrededor.

—El padre nos reunirá a todas hoy en la sala para agradecerle a los miembros del ejército del FBI por todo lo que han hecho hasta ahora por nosotras, tenemos que recordar que siempre debemos ser agradecidas para que el señor esté orgulloso.

—Recuerden ser educadas, correctas y espléndidas, no hay nada más lindo que una chica honrada, discreta, amable y...

—Decente—repetimos todas al unísono. Tengo cinco años de estar aquí, cinco años en los que he aprendido muchas cosas, pero no es algo que me tenga feliz...¿Cómo puedo pasar de tenerlo todo a no tener nada? Soy la hija de uno de los ex multimillonarios de España, William Sburg, y tener que ocultarme en una iglesia para que nadie sepa de mi paradero es una de las cosas más difíciles que he tenido que hacer, ya que vivo con el miedo de que me encuentren y me maten como lo hicieron con mi Papá. Algo que no debió de pasar nunca, pero lamentablemente las mafias de este país son inhumanas y sádicas. Me considero tímida, reservada, un poco seria pero amable, no estoy acostumbrada a muchas cosas por lo que no me a sido tan difícil aceptar mi puesto como monja en la iglesia, creo que me he acostumbrado a servirle a Dios.

Una vez que todas terminan, pido perdón y horo con las demás para luego continuar con mis quehaceres de todos los días. Preparar las cosas para la misa, ayudarle al padre, conversar con las hermanas para ver que quehaceres le corresponde el día de hoy a cada una y prepararme para recibir al Ejército de los Estados Unidos. Tengo que admitir que lo último siempre me emociona. El general Bastian se a comportando muy bien con todos nosotros y siempre a estado ahí para ayudarnos, nunca se me va a olvidar cuando me ayudaron a escapar de esa noche que solo me trae recuerdos horribles. He tenido muchas pesadillas y sufro de ansiedad cada vez que lo pienso, porque simplemente perder a mi Papá, a mis amigos, mi familia, mi gente, mi hogar y todo lo que tenía, hasta mi apariencia y costumbres...fue horrible, más que todo el amor. Vivir aquí es como estar en un albergue.

—Cassandra Sburg, ¿Me estás escuchando?

—¿Ah?—pregunto confundida al ver a la hermana inclinada con el ceño fruncido hacia mi dirección. Todas mis compañeras me ven con atención como si fuera un bicho raro.

—Estás apartando tu plato y desperdiciando los alimentos, eso no está siendo agradecimiento de tu parte—pestañeo dándome cuenta que efectivamente hice la comida hacia a un lado de manera que roza el plato de una de las chicas que tengo a la par.

—Lo siento, no me di cuenta es que estoy un poco distraída—entrecierra los ojos.

—Últimamente esa es tu excusa Cassie—bajo la mirada.

—Lo siento—tomo el plato y empiezo a comer sin ver a nadie. Soy una tonta, ya debería de saber que no puedo hacer eso.

—La hermana solamente está un poco paranoica, relájate—me susurra Emily, una de las tantas amigas que he hecho hasta ahora. Le sonrío sin saber que decirle.

—Creo que algunas veces soy muy imprudente.

—Hermanas—entra una gritando mientras se agarra la falda para no tropezarse—Acaban de llegar—se escucha un alboroto que pone a la madre superiora a quejarse. Ambas nos volvemos a ver y aprovechando que trata de calmarlas, troto en cuclillas para escapar del comedor. Ambas corremos hacia las habitaciones.

Sempiterno [FI1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora