He aquí mi último día de libertad, no dormí casi nada, como siempre la causa de mis bolsas bajo mis ojos. Miré mi celular y eran las nueve de la mañana, como mi casa es de dos plantas bajé a prepararme algo comestible para poder sacear mi hambre. Mi casa no era tan grande que digamos pero tampoco tan pequeña.
Mi madre estaba en la cocina y la saludé como siempre.
-¿Tienes hambre? -preguntó
-Si -dije ¿Feliz?...Nah, solo simulando estar feliz. No digo que soy malagradecida pero me sorprende que hoy ella este tan amable.
-Entonces prepárate algo y a tu papá también, porfavor. -mandó, y lo último que dijo le agregó una pizca de sarcasmo.
Siempre era lo mismo, siempre una de las dos comenzaba la pelea pero esta vez había sido demasiado cruel y muy obvia.
-¿Sabes? Algunas veces quisiera ver algo de interés en mi -Dije e inmediatamente me entraron unas fuertes ganas de llorar, pero.. llorar porque?
Pues porque soy malditamente sensible.
-Alicia.. no digas eso, sabes que te amo -Me dirigió esas palabras con dulzura obviamente falsificadas.
Negué con la cabeza frustada y me fui hasta mi habitación, aún tenía hambre pero no podía bajar, algo en mi me lo impedía.
Luego, escuché la puerta de mi casa cerrárse y supuse que fué mi padre el que llegó, mi madre le dijo algo que no logré entender y en pocos segundos alguien estaba tocando mi puerta.
-¡Alicia! ¡Ábreme hija! -gritó mi padre desde el otro lado de mi puerta.
Seguro que mi madre le habría contado sobre la "pequeña discusión" que tuvimos.
-¡ALICIA! -volvió a gritar
No respondí, no iba a responder, no quería, simplemente quería no haber peleado con mi madre, ya que estas peleas ocacionan que mis padres peleen.
Hace unos meses, estaba harta de que mis padres pelearan, nunca supe porque peleaban, no me quería meter. Una vez le pregunté a mi abuela que esta obviamente sabia la razón pero ella simplemente me dijo que "Dejara a los adultos resolver sus problemas", mi abuela siempre a sido directa y esa es una de las cosas que amo de ella, es una manera de decir las cosas para que te duelan menos. Pero ese día los escuché pelear, yo solo quería que se terminara todo, asi que me acerqué y al estar mas cerca escuché el tema de la discución, mi mundo se oscureció mas al saber que peleaban por mí, todo me daba vueltas y mi mente estaba en blanco. Entiende... que tu seas el motivo de una fuerte discución, no se siente bien. Quería vomitar, quería llorar, quería desaparecer. Mi existencia en el mundo no daba felicidad, lo único que yo causaba eran peleas entre dos personas que estaban destinadas a estar juntas, piénsalo un momento ¿quieres?, Piensa que el problema de las dos personas que te dieron la vida, eres tú.
¿Una mierda no?
Mis lágrimas no tardaron en salir y lo único que pude decir fue susurrar "Me quiero morir", probablemente ese sea el pensamiento de mi día a día, pero los seres humanos somos muy orgullosos y algunos no son capaces de suicidarse, en esos estoy yo.
Corrí como si alguien me estuviera persiguiendo y en vez de un alguien era un algo, eran mis problemas, quería escapar de ellos pero a donde iría?, Mis padres se dieron cuenta de mi presencia pero no pudieron moverse, simplemente, me contemplaron huir.
Corrí al único lugar que me sentía segura y al único donde sabría que estaría sola.
A mi casa en el árbol, este estaba situado en una calle solitaria, ahí no vivía nadie, por el estúpido rumor de una vieja loca. Todo el mundo hablaba de eso, "Si sus grises ojos te ven, ella te busca en el amenecer, te traé caminando con sus mil pies y te tortura hasta mas no poder". ¿Ridiculo no?
Pero la curiosidad me carcomía por dentro y esa era otra maldición que Dios había puesto sobre mí. Asi que un día me acerque a esa misteriosa calle y caminé hasta ver un bello arbol, no estaba seco ni mucho menos, a lo contrario, era fácil distinguir aquella extraña belleza entre tanta soledad y misterio. Además de sus grandes y brillantes hojas, y su fuerte y ancho tronco que atraía mi atención, había una mediana casita en una de sus ramas. Intrigada de curiosidad escalé la desgastada escalera y me adentré a la casita, supuse que era de una niña pequeña y un niño, ya que habían muñecas de trapo y carritos por todas partes, en una esquina había una cocinita de juguete, a esta la contemplé un rato, sentía que ya la había visto, como un dejavú. De esos que sientes que ya has estado aqui antes pero luego recordé que yo tenía una igual a esta. Volví a casa porque ya se hacía tarde, y desde ese entonces eh ido constantemente a esa casita, la arreglé un poco y la acomodé.
Mis padres no tocaban el tema de aquel día ya que si lo hacían yo hacía lo que sea para evitarlos.
Y como cosa del destino la fuerte pelea que se ocasionó entre mis padres me sacó de mis pensamientos, me tapé los oidos para evitar escuchar sus gritos, con mi conciencia repitiéndome una y otra vez "Todo esto es tu culpa".
Lloré hasta mas no poder, grité ¡PAREN! pero como era de esperarse no me escuchaban tras las blancas paredes de mi cuarto y mucho menos con sus fuertes gritos de insultos, seguí llorando con sollozos y con mis manos hechas puños aferré las almohadas mas a mi quedándome asi dormida.Y para dejarles claro, esta era mi rutina con el tema de mis padres.
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INADAPTADA
Teen Fiction¿Popular? Nah ¿Divertida? No lo considero ¿Feliz? Mucho menos ¿Bonita? Pfff, Soy el feto perdido del grinch No soy nadie importante y mi vida es un cierto aburrida, vivo en mis pensamientos, y no me adapto a ningun tipo de persona. Por mas cruel...