Capítulo 42: compañía.

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-No eres buena.

-No me jodas, Natsume. No estoy de humor- resopló y se dejó caer contra el tronco.

-En serio ¿Qué es esto?- murmuró él mientras agarraba con dos dedos un extraño enredo de lana.

Ella solo subió un poco la vista para ver como su intento de tejido se deslizaba por sus piernas de forma lenta. Había intentado hacer un saco durante todo el día, siguiendo el tutorial de una revista. Pero nada. Ni una sola forma le salía bien.

Levantó un poco más la vista y vio como él le daba vueltas a la prenda con una mirada penetrante. Gracias al último tiempo, en el que se había dedicado a observarlo y hablar con él, sabía que en realidad se estaba aguantando la risa.

-¡Ni se te ocurra reírte! Es mucho más difícil de lo que parece- aquello no hizo más que aumentar la diversión en los ojos carmesí, acompañados de una ligera sonrisa en una de sus comisuras.

-Como digas.

Karin solo lo golpeó, pero no pudo evitar darse cuenta que hoy estaba de buen humor. Una cosa bastante extraña, cabe aclarar. Tampoco pudo no fijarse en lo bien que le quedaba aquella sonrisa, aquella actitud tranquila. Era lindo, eso no se podía negar. A pesar de la falta de cejas, se dijo. Ahora ella estaba aguantandose la risa.

-¿De qué te ríes?- de repente la miró serio. Demasiado serio ¿Qué le pasa?

-Nada, solo veía tu cara- él volvió a sonreírle con burla.

-No voy a salir contigo- al instante sintió la extraña prenda a medio hacer en pleno rostro.

-Oh, eres un imbécil- ambos se rieron un poco. Era fácil reírse cuando estaban juntos, pues eran iguales, se entendían.

-Lo dice la que no puede armar un tejido decente- le lanzó el revoltijo de vuelta.

-Inténtalo tú, vamos- intentó lanzarsela de vuelta, pero él la esquivó.

-¡Hey!- se quejó al ver como la lana volaba por lo aires unos segundos, cayendo en un suave soplido después.

Sin embargo, cuando quiso asomarse a ver el estado del tejido, lo primero que vio fue una mano. Una mano quitando la prenda de encima de su cabeza. De su cabeza con rizos amarillos.

-Mierda.

Casi al segundo sintió cómo Natsume la agarraba del hombro, tirandola levemente hacia atrás. Cuando estaba por protestar, solo alcanzó a sentir cómo él se bajaba de un salto de la rama.

-Mm- desde su posición vio como el azabache levantaba su mentón a modo de saludo. Genial, una de las cosas que más odiaba Kazune.

El otro se le quedó viendo durante algunos segundos, sin mover músculo alguno.

-Dame esa cosa.

-¿Disculpa?

-Lo que tienes en tus manos. Es mío.

-Yo no se lo quite a nadie, empecemos por ahí. Y continuemos con que ya sé que no es tuyo, al menos no por el momento. Sin embargo, si Karin es lo suficientemente cobarde como para quedarse eternamente escudándose detrás de ti...

-¿Qué?

-¡Ya sé que estás ahí, Karin! ¡No hace falta que te ocultes!

Ella no contestó, solo se quedó observando la escena detrás de ramas y hojas.

-Oh, parece que le comió la lengua el gato.

-Madura- de un manotazo, Natsume le quitó la prenda. Para cuando el otro quiso reclamar, él ya estaba a la mitad de tronco.

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