Daredevil

Sentirla a ella era como...

*Narrador/a: Matt*

Charlotte bajó por las escaleras con una gran sonrisa y minutos después bajó ella. No era nada del otro mundo pero... con lo poco que podía ver sabía que estaba preciosa. Nos despedimos de Charlotte y al salir y alejarnos del pueblo le pregunté que si llevaba un vestido.
----Si.
----De qué color es?
----Oh, el color... es de color blanco, pero no en blanco que es tan blanco que hace daño a los ojos, sino que un blanco suave. Y tiene florituras pequeñas y simples de color azul. La verdad es que la mayoría pensaría que no es para tanto y que no es nada del otro mundo, pero yo creo que es maravilloso. Seguro que su hija lucia este vestido 100 veces mejor que yo.

Sentí que estaba siendo injusta con ella misma, aunque no podía ver del todo bien, sabía que se veía hermosa. El cielo empezaba a nublarse.
----Yo nunca vi a su hija llevando este vestido, seguro que le quedaba bien. Pero sé que nadie va a ser capaz de lucir un vestido tan simple y bonito como tu lo haces.---- Merda! Me he pasado....---- Osea, quiero decir... eh, bueno, que no pienses que te queda mal, eso es lo que quería decir...
----Gracias...

Lo podía notar, hice que su corazón empezara a bombear más de prisa, hice que empezara a sudar, hice que le costara respirar e hice que no parara de sonreír en secreto. Sabe que puedo notar todo eso, pero aún así,  me pregunto si en aquel momento ella era consciente de ello. Pero... que más daba? De todos modos, no puede controlarlo.
Y además... He de admitir que por aquel entonces ya me agradaba causar ese efecto en ella...

Pasaron los minutos y derrepente, sin previo aviso, empezó a llover mucho. Al principio corrimos como si hubiese algún resguardo, no lo había, así que simplemente caminábamos en medio de la tormenta.

Por lo que podía notar ella realmente disfrutaba, la escuché susurrar "te he echado de menos, mi querida lluvia", entonces caí en que pasó mucho tiempo sin la lluvia. De vez en cuando ella extendía las manos, miraba hacia arriba y sonreía, parecía que para ella la lluvia significara libertad. Otras veces se ponía a dar vueltas.
Mi pobre persona no podía evitar sonreír de par en par, sentirla a ella era como ver a un Ángel bajo la lluvia.

Cuando íbamos llegando a la cabaña, empezaron los truenos y corrimos hacia la casa, rápidamente nos dimos una ducha caliente y nos cambiamos de ropa. Nos aseguramos de que todas las salidas y ventanas estuvieran bien cerradas, encendí el fuego en la chimenea y nos sentamos  uno al lado del otro compartiendo una manta gruesa.

Sentía escalofríos de vez en cuando, el contraste de la temperatura entre fuera y dentro me gustaba. Yo tenía la temperatura un poco baja, ella en cambio, su temperatura corporal era cálida. En otras palabras, su presencia me ayudó a entrar en calor más deprisa, me sentía cómodo con ella y ni siquiera había necesidad de conversar, parecia que nos entendíamos sin necesidad de hablar, pero me encantaba conversar con ella, y me gustaba escuchar su voz, me gustaba la forma en que se formaban sus hoyuelos cuando sonreía, me gustaba la manera en que se mordía el labio inferior cuando se ponía nerviosa, y... me gustaba verla reír, también me gusta cuando se recoge el pelo detrás de la oreja. Todo esto pasaba por mi mente mientras estábamos ahí, sentados el uno al lado del otro, me di cuenta de algo tras confesar estas palabras delante de mi mismo. La miré desconcertado, ella se dio cuenta de ello.

Pasamos la noche en bela ahí, solo los dos sin decir ni una palabra. Luego nos quedamos dormidos.

Se despertó en medio de la noche por culpa de los truenos, una pesadilla... Yo también me desperté, le propuse ir a nuestras camas para dormir, de esa manera, estaríamos más cómodos.
----Puedo... pued- da igual...
----Que ocurre?
----Puedes dormir conmigo?
----Si, claro.

Fuimos ambos en su habitación y dormimos abrazados, parecía que su cuerpo encajase perfectamente con el mío.