Inspira cuatro veces y expira cuatro veces

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*Narrador/a: Ella*

Entramos por la puerta de arriba era uno de esos pisos con dos plantas, de las cuales la segunda no tiene habitaciones. Salí del trance en el que entré en cuanto me levantó y me bajó por las escaleras en brazos y luego me sentó en el sofá. Ya había perdido mucha sangre, lo deduje por mi ropa y su traje, ya rojo, manchados. Me dolía mucho pero, no sé si este, es comparable con el que me han hecho soportar durante estos largos meses.

Luego me despierto otra vez y él está tocándome en la herida. Por un momento pensé que todo no había sido nada más que un sueño muy bonito, en el que salía de esa pesadilla viviente. Así que empecé a suplicar y a sollozar débilmente.
--Por favor, no! Otra vez no... Haré lo que quieras, pero no...--.
Dejó de tocarme la herida, y con mirada preocupada dijo
--Eh, eh... No..., tranquila no te voy a hacer nada te acuerdas de mi? Sh... sh... Tranquila… Está bien, todo se va a arreglar...--puso sus manos en mi cabeza una en cada lado y, me miró a los ojos mientras los míos estaban llenos de lágrimas. Me abrazó, y nos quedamos así unos minutos largos, pero parecía que nos podíamos quedar así para siempre.
Cuando nos separamos pregunté con voz baja
--¿Quién eres?--.
--Soy Matthew Murdock.
--Muchas gracias Matthew, me has... Me has... Hm...--me estremecí de un dolor repentino y entonces recordé.
--Me han, ya me acuerdo, me han disparado...--
Al decir eso, rompí el vínculo que se había creado entre nosotros y él prosiguió alejándose y, seguramente sintiéndose incómodo. --Si, eh... Te he sacado la bala, te he cosido la herida y... Te he vendado. En unos días te encontrarás mejor y te dejará de doler, no te, no te preocupes.

Respiré, me estaba mareando. Él, pareció entenderlo, me cogió de los hombros ligera y delicadamente haciéndome entender que todo está bien, que no pasaba nada, que él ni nadie me haría daño, o al menos eso es lo que yo quería entender.
--Vamos a hacer una cosa, hazlo conmigo. Inspira cuatro veces y expira cuatro veces, inhala por la nariz y exhala por la boca.
Le hice una señal con la cabeza y empezamos a respirar profundamente, los dos, juntos. Cada vez que inspirábamos decía un número (1, 2, 3, 4). Me acompañó con sus manos en mi cintura y cabeza, para volver a tumbarme en el sofá.
--¿Mejor?
--Si. Eh...Gracias...
Sonrió, esa sonrisa me mata.
--Bien, ahora descansa, mañana tenemos muchas cosas de qué hablar.
Él se fue a su habitación, para dormir supongo. Yo intenté hacer lo mismo, pero no podía, cada vez que conseguía pegar ojo me volvía a despertar, simplemente no podía dormir.

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