Cap 1 [Te Encontré]

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Como el tenue amanecer despertó envuelto en sabanas del color más blanco posible. Gotas carmín pintaban el suelo y algunos que otros lugares de su habitación. El sol se colaba por todo el lugar haciendo esto una vista tan pura que daba escalofríos. Estaba hecho bolita aquel chico de ojos tan oscuros como la noche y mirada que te hacia quedar perdido. Al notar que ya era otro día, decidió darse una vuelta en círculo para así suponer tener más tiempo y quedarse en cama.

Sonó su celular en la mesita que tenía junto a su cama. Por un instante deseó atender la llamada, pero no. Esta vez no lo haría. Así que con todas las ganas posibles de alzar la vista, se sentó en la orilla y sin más, salió de una vez. Cuando se dirigía a abrir la puerta se detuvo abruptamente. Recordó que tenía pendiente una plática con cierta persona. Recordó que tenía que ir a una junta a las cuatro; ni un minuto más, ni un minuto menos. Recordó que no había comido en 2 días y eso le medio preocupó. En esa situación asumió que sería lo más normal posible.

Abrió el manubrio de la puerta y directamente se encerró en el pequeño baño. Con lo necesario ahí dentro, tomó el cepillo y echó pasta dental. Al finalizar, tomó una ducha de agua tibia y se puso a pensar. No pudo hacerlo sin tener arcadas o ganas de llorar. Estaba deshecho. Se encontraba perdido. No. Siempre lo estuvo, más nunca quiso atender ese tema.

Al salir se recostó de nuevo en su cama, notando que no había remordimiento alguno al encontrarse solo. Y es que él no necesitaba de esa persona. Él tenía en claro que se encontraba mejor sin él. Era un buen chico, claro que lo era. Era un galán, aquel chico que conquistaba a cualquier chica. Con un talento innato en la cocina. Pero él ya no era ni la cuarta parte de ese chico. Uno de ojos preciosos pero cubiertos por unos anteojos de color oscuro; aquellos que siempre utilizaba para verano, invierno, primavera y otoño. Lo conoció por vagar en su restaurante chino. Que dilema. Que dilema...
—Pero no puedes odiarlo—se repetía una y otra vez. A veces en voz alta, y otras veces en su cabeza—. No puedes odiar a la persona que tomó tu mano y la besó como si fuera su cielo. No a ese hombre que te tenía en la cima de su vida. No lo harías. No puedes.
A pesar de recibir ya varios golpes de parte de aquel chico, ya no importaba. No lo hacía. ¡Oh, pero claro que no lo hacía! ¡en ningún momento! Ya no dolía lo que hacía unas veinte horas era una lucha entre dejarlo o no. Era una jodida lucha entre él.

Pero sucedió y se desató una pelea enorme. Pero al fin, la sangre seca ya estaba en sus muebles, en su suelo y alguna que otra marca en su cuerpo de moretones. Él lo aceptó y decidió alistarse antes de tener esa charla.

La junta más "importante" de su vida. Se encontraba desempleado y con unas deudas del tamaño de sus ojeras. Profundas, enormes y con mucho dolor en sí.

La junta será con la empresa Callenreese, una de las más prestigiosas. Claro que estaba la empresa Lee y la empresa Goldzine. Lastimosamente ninguna de esas empresas estaba de acuerdo con la papelería que entregó hacía seis meses. Pero un milagro se avecinó en pleno invierno. La empresa Callereese dirigido por el jefe Griffin y su ayudante especial o trabajador, Max lobo. Que curioso. Le había intrigado el porqué no me habían contratado ya.

Y si esta entrevista no resultaba, sería su perdición para toda su vida. Claro que lo sería.

Eiji que estaba tan rato como los pedazos de vidrio esparcidos por su sala, ahora eran una perfecta decoración, porque cada vez que quería dañarse a sí mismo, tomaba uno y escurría chorros carmesí de cualquier zona de su cuerpo.

Él no era así. Ni si quiera pasó por su cabeza el tener que lidiar con algo así en su vida.

Al abotonarse su camisa blanca y saco gris, se dirigió a la puerta de nuevo. Titubeó. Pero era demasiado tarde como para tener ese tiempo y desperdiciarlo de una manera tan desagradable.

Querido AshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora