Querido Ash

Prólogo

Desde que comenzó a sentir el amor en el ambiente, tuvo un temor enorme. Puesto que no era el clima apropiado para el alcohol, ni era el tiempo como para beberlo.

-Desde hace tiempo he querido preguntar algo- sacudió un poco la cabeza. Estaba realmente sonrosado por lo que diría-. No es especial. Bueno, si lo es, pero, ¡Que bonitos ojos tienes hoy! -Tartamudeó en el intento de querer expresar su más profundo anhelo. Que complicadas eran las emociones que podía llegar a sentir hacia aquel chico.

Pero el toque, a pesar de no ser eléctrico, tomaba cualquier ámbito que se lo pusiera en el camino. No era armonioso, y la combinación de fragancias hacia abrumador estar juntos, pero ambos estaban de acuerdo en pasar más tiempo con aquella danza de olores. Puesto que Eiji ansiaba estar con el mejor cocinero, y el cocinero ansiaba estar con él. Así era esa tortuosa relación, aunque con el pasar del tiempo se desgastaba el inicio con el que se comenzó.

-Anda, di lo que tengas que decir - musitó el de ojos como la noche. Estaba ansioso de escuchar, porque la voz del chino le hacia sentir rayos dorados en su interior-. Quiero escuchar cualquier cosa, no me decepciones.

-Hmm- dijo entre tímido y nervioso. Así era estar con Eiji a su lado-. Yo, bueno ... Tú y yo- abrumador al comienzo, tímido por poder decir algo erróneo y nervioso por algún día alejarse de él.

-¡Dilo! -Gritando y alentando a su preciado amigo. Pues eso era, su amigo.

-Tú me causas- pero él no estaría dispuesto a permanecer siempre en una amistad...

Porque eso era lo que sentían ambos, un deseo profundo por querer darse un tierno beso en sus mejillas. La declaración de un "me gustas" resonaba por sus oídos, era tan mágico que le daría un desmayo en cualquier momento.

Porque la comida que comían en aquel restaurante era cada vez más extraña; los sabores eran raros y no permanecían en una sola sinfonía. ¿Por qué justo ahora y no más tarde? ¿Por qué razón no podían estar en un lado sin que el otro gritara y golpeara todo a su paso?

Porque esa era la relación que quisieron llevar. Esa fue la palabra que hizo que el vaso se vaciara hasta dejarlo seco, como el desierto.