Centelleante ladrona.

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Una noche mía de ese tiempo,
Pasó fugaz en la oscuridad.
Cayó desde el cielo su cuerpo,
al golpear un cable por casualidad.

En mi hogar le di el cobijo.
Entre mis brazos sintió el calor,
para así doblegar lo que dijo,
la mano del destino feroz.

Le cuidé con toda dulzura,
hasta que pronto volvió a volar,
tan lejos hacia la espesura,
aquella que se robó mi amar.

Hay noches en que suelo soñar,
que vuelve desde las alturas,
y se posa en mi ventana a tocar,
anidándose en mi amargura.

Antipoesía mundanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora