Perfecto.

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Una vez, al ver sufrir a una mujer, me hice una extraña promesa...
Que sería un hombre bueno, noble, honesto,
que jamás a una mujer dañaría y que sería el hombre perfecto.
Los años pasaron y crecí,
y cuando tuve mi primera novia, la quise, y ella también a mí,
o eso al menos yo creí...

Un día ella me dijo que ya no me amaba,
que yo era demasiado inocente,
y que eso me hacía inconsciente,
se buscó a otro y me dejó.

Puedo recordar como aquello destrozó mi corazón,
y vivía preguntándome, por qué...
Si muchas mujeres se quejan de desamor,
si dicen que no hay preocupación,
de que nunca les entendiste,
porque todo es según la estación...
Yo a ella le di todo mi ser,
pero igual me lastimó.

Los años pasaron y yo en soledad,
pero su relación fracasó,
y en su dolor ella buscó el consuelo,
 en su antiguo amor...

Recién ahí noté que algo en mí cambió,
ya no era capaz de cumplir lo que dije,
porque un temor me inundó.
No pude volver con ella,
y eso la destrozó.

Desde entonces busco en mi adolescencia aún el pretexto,
mirando atrás mientras se aleja,
al tierno niño sin morada,
que no te sabe más que al dulce,
que no susurra más que trinos, y del sereno río bueno...
para saber por qué se cambia, si antes fueres tan perfecto.

Antipoesía mundanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora