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Año 1527
Las gotas de lluvia sonaban en el tierroso suelo, los gritos desgarradores provenían de uno de los hogares nobles, la esposa del conquistador se encontraba en labor de parto, las sábanas de fino lino estaban manchados de sangre, una de sus sirvientas se encontraba a lado de ella con paños húmedos, la tlamatquiticitl del pueblo preparaba a las criadas para que la ayudaran, era la hora que marcaba el nacimiento de la primera mestiza; Maria fue su nombre.

El sacerdote del pueblo dio una maldición a la pequeña criatura, la tomó y la alzó al cielo.

-Dioses míos, aquellos que viven y vivirán por siempre, te pido que maldigas a esta mestiza, sangre impura, no le concedas perdón que no es digna de la vida, que ella pague por los pecados de sus padres-. El sacerdote puso a la niña en una mesa de piedra dos sirvientes sostuvieron sus extremidades, sacó una pequeña daga de obsidiana y dio dos pequeños cortes en cada mano, ella lloraba y se retorcía de dolor, colocó dentro de las heridas una hierba y habló en una lengua muerta, que solo era conocida por los sacerdote, pasó su mano nuevamente por las heridas y estas se cerraron dejando horribles cicatrices.

Mientras tanto la malinche se encontraba desfallecida, las únicas personas a su alrededor eran sus sirvientes, su esposo estaba en camino a España y la maldición de su hija era un tema que recorría cada rincón del imperio.

Al día siguiente su madre despertó, vio a su pequeña niña, los cambios se notaron al instante, su cabellera tenía destellos rojizos como el fuego y uno de sus ojos se volvió de color azul, malinche sollozaba entre su miseria al saber que no fue capaz de proteger a su pequeña hija de la rabia de un pueblo caído.

En su desespero, aún débil por el parto salió en busca de la chamana exiliada para encontrar auxilio en esta.

–No deberías de estar aquí–. Como si fuera parte del mismo viento se escucharon aquellas palabras de todas partes y de ninguna también.

–Yo solo quiero saber qué le sucede a mi bebé, por favor ayúdame.– Sollozo malinche, cansada con las piernas temblando y su huipil levemente manchado en sangre.

–Por qué he de ayudar a la causante de nuestras desgracias-. Susurro nuevamente el viento.

–Es solo una bebé, ella no tiene la culpa de mis errores -. Suplico tirada en la tierra húmeda, sus lágrimas caían en el rostro de la pequeña.

–Acércate a mí, Malinche-. Alzó la vista pero no veía nada, sentía que no tenía el control de sus piernas, aún sollozando llegó a una pequeña palapa en lo profundo del bosque.

La chamana se encontraba afuera con copas humeantes y hierbas por todas partes, piedras preciosas y minerales valiosos.

La Malinche se sentó frente a la chamana, le entregó a su hija y se quedó inmóvil, esta tomó a la niña en sus brazos mirando las marcas en sus muñecas y él cabello teñido en fuego.

–Coatlicue, madre de todos los dioses, te pido el perdón de esta pequeña mortal, maldecida injustamente, dale la vida digna que se merece, muéstrale el camino de la verdad-. Los ojos de la chamana se volvieron completamente blancos, se podía ver de las muñecas de aquella infante brotaban pequeñas flores blancas tirando una enredadera que llegó a la tierra, involuntariamente la chamana habló.

–Tu, hija del conquistador, aquel que convirtió en esclavo a mi pueblo, no te puedo dar perdón, sufrirás la maldición que se te dio, podrás tener una vida normal, pero nunca morirás, viendo como tus seres amados mueren antes que tú, tus padres, tus hijos, tus nietos y bisnietos, pero te daré un obsequio por compasión, de la tierra una hija nacerá en el vientre de una Virgen y te dará una protectora, un par, ella será parte de ti y tu de ella, también ocultaré tus rasgos malditos de todos mis hijos, excepto a los pecadores.

Al terminar de su trance, la niña volvió a manos de su madre, lloraba por vergüenza, de ella y sus errores, las muñecas de la niña volvieron a cerrarse, la enredadera entró a la tierra separándose de ella.

Su existencia permanece hasta nuestros tiempos, su nombre era esparcido por ancianas de pueblo en pueblo, nadie sabía quién era, pero era esparcida como una leyenda, así creando la existencia de la primera descendiente, la maldita, la primera bruja.
La siuapili acualitiliztli* 

1 de enero de 2000
En una camilla de un hospital en la capital del país, daba a luz una mujer joven, no mayor de treinta años, su doctora de confianza y mejor amiga, estaba dirigiendo el parto, su joven esposo se encontraba a lado de ella dándole palabras de aliento, el parto casi terminaba y el lugar estaba lleno de fluidos y sangre, ella no aguantaba más, estaba por desmayarse, hasta que escuchó un grito agudo, era su hija, su hermosa hija.

Aquella niña de nombre Xareni se encontraba en su hermoso hogar, llena de todos los lujos que podría desear, su madre era una mujer fuerte, que ocultaba un secreto familiar, su padre era un abogado que a los pocos años de emprender su carrera era el mayor solicitado, era una vida perfecta.

****

En una noche lluviosa, se escuchaban truenos a lo lejos, las gotas sonaban como cristales cayendo, haciendo inaudible aquellos pasos, Xareni se encontraba en su cuna, durmiendo plácidamente, una sombra se reflejó en el cuarto, tenía un Aura llena de rabia, buscaba algo que no era ella.

A la mañana siguiente, llegó el personal de limpieza, buscaron a Melina y Xavier, siempre se levantaban temprano para desayunar, una de ellas entró al cuarto con un poco de preocupación, sin tiempo de pensar, encontró una escena escalofriante, que la hizo temblar de pies a cabeza.

Los gritos se escuchaban por toda la casa, Elena apenas subía por el ascensor cuando escuchó aquel escalofriante grito, corrió al lugar y se encontró a una joven de no más de veinte años tirada en el suelo con las manos en la boca y a una mujer sin corazón tirada y a su esposo sin cabeza.

Los oficiales se encontraban en la residencia después de dos horas del llamado de alerta, Elena seguía enojada consigo misma por no haber protegido a su par, la furia llegó a su cabeza, deseaba venganza más que nada, sabía que había pasado, era obvio que había aparecido la secta por ella, por eso no encontraban su corazón por ninguna parte.
Elena revisaba la habitación, buscaba alguna pista que pudiera utilizar, sólo encontró  debajo de la cama una carta.

El Llanto De La Reyna || [Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora