Capítulo 11

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17 horas

Nicholas

Estar en un hospital es de las cosas más incómodas e inaguantables que pueden existir en la vida, pero aquí estoy, esperando que Heaven muestre siquiera algo que le dé esperanzas a los médicos.

Nadie se ha movido del hospital, incluso nos trasladaron a una sala de espera privada cerca de la habitación en donde tienen a Heaven. Casi nadie sostiene relación con nadie, simplemente me mantengo cerca de Jeff esperando información.

-Señor Schmidt – aparece de nuevo el doctor – sé que es un momento difícil pero debo preguntarle, ¿Sabe si su hija es donadora de órganos?

La madre de Heaven, Jane, se pone a llorar nuevamente al escuchar la mención de donar órganos e intento contenerme de mandarla a callar, es una pesadilla.

-Mi hija no va a donar nada, doctor.

-Es una posibilidad que se debe contemplar, por eso le hago la pregunta señor Schmidt.

-No han terminado las 24 horas, y le vuelvo a repetir que mi hija no va a donar nada.

El doctor asiente y se marcha disculpándose pero antes de que cruce las puertas de acceso restringido, me levanto y lo sigo de cerca.

-Doctor Stevens – le llamo.

-Señor, no puede estar en esta área del hospital.

-Pregúnteme si me importa – le pongo el brazo sobre los hombros como si fuéramos conocidos – lo único que me importa es que usted haga lo imposible porque la señorita Heaven Blake abra los ojos.

-Ya he hecho todo lo que está a mi alcance, señor – me explica nervioso.

-No se esfuerce en explicarme, use esa energía en hacer lo que le estoy diciendo, es por su bien.

-¿Me está amenazando?

-No, solo que no creo que una demanda por mala praxis sea algo conveniente – lo suelto – pero si usted gusta, puede llamarlo como amenaza.

Me devuelvo por donde vine e ignoro las llamadas que hace Stefanie a mi móvil, maldigo el momento en el que me metí con ella.

(...)

Son las cinco de la mañana y Mark, Jeff, Alphonse, Jane y Marianne se fueron, los tres primeros a la compañía y las otras dos no tengo ni la menor idea y tampoco me interesa.

-Mamá llamó cuando estaba yendo por los cafés – Dante se sienta a mi lado ofreciéndome un café y lo recibo – dicen que vendrán en la tarde.

No le contesto nada y él se devuelve hacia donde Natalie, quien llora de vez en cuando fijándose en que el reloj avanza y no hay noticias alentadoras.

El tiempo parece jugar en contra, en menos de nada son las siete de la mañana y el doctor no ha vuelto a aparecer después de nuestra amable charla.

-Nat, tengo que volver a la fundación – el tal Ethan se acerca a Natalie y mi hermano – cualquier cosa me llamas de inmediato.

-Está bien Ethie.

Dante se sienta a mi lado y Natalie se acomoda junto a él, ninguno ha pegado el ojo en toda la noche y ahora parte de la mañana.

-Yo tengo que ir a la compañía – Natalie se levanta mirando su móvil – hay inversiones pendientes.

-Llévala – le entrego las llaves a Dante – yo me quedo.

-Gracias, Nicholas – Natalie apoya una mano en mi hombro – de verdad te lo agradezco.

-No hay de qué, Natalie.

EpifaníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora