Acampada
Todo el viaje de regreso a Londres me la pasé inmersa en mis pensamientos, Camille me hablaba y tuvo que repetirme las cosas como tres veces. Por mi cabeza pasan miles de dudas, se supone que los mafiosos no se andan con rodeos y es más que obvio que el dichoso Fedrich Dittrich sabe quién soy. Quedé como una estúpida ingenua inventándome un nombre delante de alguien que seguramente sabe hasta mi talla de ropa interior.
Camino de un lado al otro en la oficina de mi padre esperándolo. En el momento en que bajé del jet vine directo a la compañía.
-Hasta que llega mi señor progenitor – le digo apenas lo veo - ¿Dónde estabas?
-Hola tesoro, me alegra que estés bien porque yo también lo estoy – contesta usando su tono irónico – fui a comer con tus tíos y tu abuelo, quienes por cierto, estarán aquí en un momento.
-Genial, porque tengo que hablar con ustedes con urgencia.
Sigo caminando de un lado para el otro quitándome el esmalte con los dientes, los minutos que se tardan los demás en llegar me aumentan el estrés y desde ahora presiento el dolor de cabeza que tendré.
-¡Aquí está la mejor vicepresidenta de la compañía! – mi abuelo me abraza al entrar – se está hablando mucho de ti.
Le sonrío forzado limpiándome el sudor de las manos en el jean.
-¿Sucede algo, linda?
-Necesito contarles algo que pasó en Rusia, así que les agradecería que me prestaran atención – le bajo el móvil a mi tío Wolfgang – muchas gracias por colaborar.
-Bueno pero entonces habla tesoro, me estás preocupando.
-Anoche salí a cenar con Luka, el ruso que sería vicepresidente de la compañía – comienzo – cuando terminé la cena fui al baño y al salir me choque con un señor, que me saludó muy amablemente pero luego me doy cuenta de que el señor es Demetrio Dittrich – mi padre se endereza en su silla y mi tío Mark abre la boca para hablar pero lo detengo – y eso no es todo, luego de presentarse y preguntarme mi nombre llega otro señor llamado Fedrich Dittrich, el cual sabía obviamente quien era yo y le faltó reírse en mi cara sobre el nombre falso de Violet Giveon – al ver que no dicen nada vuelvo a hablar – díganme loca o lo que sea, pero ¿esos son los Dittrich que tuvieron que ver con lo de mi hermana?
-Sí, esos son – mi abuelo contesta mirando por el ventanal - ¿dijeron algo más? ¿te hicieron algo?
-No pasó nada más que eso – exhalo pensando en cómo decirles lo que falta – pero eso no es todo, hace un tiempo me han estado llamando, es un número desconocido y usan de esas cosas que cambian la voz – muevo la mano con frustración al no acordarme del nombre – consulté con alguien experto en informática para que instalaran un rastreador pero la ubicación siempre rebota a diferentes partes del mundo.
Las miradas que se dan mi tío Wolfgand y mi abuelo me hacen fruncir el entrecejo, es una mirada llena de complicidad pero al mismo tiempo de advertencia.
-Esto lo vamos a resolver tesoro, mañana llega un grupo de seguridad especializado – mi padre se acerca a acariciarme el cabello – apenas estén aquí se les explicará absolutamente todo y estaremos custodiados las veinticuatro horas del día.
-¿Y las autoridades? ¿Nos vamos a quedar de brazos cruzados otra vez?
-Heavz, las autoridades no van a hacer nada – mi tío Wolfgang parece hastiado del tema – ese clan está apoderado de la mayoría de lugares en todo el mundo, y Londres, no es la excepción.
ESTÁS LEYENDO
Epifanía
Teen FictionLos secretos del pasado tarde o temprano salen a la luz porque la verdad siempre aclama por ser conocida. La monotonía tiene su punto de quiebre, su final y por ende, el comienzo de lo que nunca se pensó. Relaciones rotas, esperanzas perdidas, he...