| Capítulo 32 |

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Estoy harto de esta rutina monótona: "De mi casa al consultorio

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Estoy harto de esta rutina monótona: "De mi casa al consultorio. Del consultorio al colegio. Y del colegio a mi casa". Empiezo a volverme loco al darle la razón a Patrick; soy un hombre solitario y aburrido que debería disfrutar más de la vida. Desde que terminé con Mackenzie, mi vida social se fue al diablo.

No puedo dejar de pensar en el incidente de anoche con Solange. De todas las cosas malas que pueden pasarme, ¿en serio tuvo que ser eso? Encima de malcriada, maleducada e insoportable, también resultó ser una irrespetuosa de lo peor. Digo, lo mínimo que pudo haber hecho fue recordar que soy su profesor, no uno de esos adolescentes estúpidos a los que puede manejar a su antojo.

Ante su atrevida acción, me vi obligado a poner fin a la conversación con un simple "Buenas noches, Nicholson" y me fui a casa. Desafortunadamente, no tuve oportunidad de informarle sobre la autorización de mi padre para formar el grupo.



—¿Ocurre algo, cariño? —preguntó sacándome de mis pensamientos—. Te veo más pensativo de lo normal.

—Siento que no voy a aguantar por mucho tiempo —dije con frustración. Dios... Ahora no es solo lidiar con Aiko, Mackenzie y Maddison, sino que también con Solange—. Todos en este colegio me van a hacer enloquecer.

—¿A quiénes te refieres cuando dices "todos"?

—Mejor no hablemos de eso, mamá —sacudí mi cabeza dejando de lado esos pensamientos

—¿Quieres que te prepare algo de comer?

—No. Estoy bien, gracias.

—Entonces dime qué tienes, Nick —pidió preocupada—. Detesto verte así.

—No tenía idea de que ahora vienes a pasar el fin de semana con papá —no es como si eso me interesa mucho, pero prefiero no seguir hablando de mis cosas.

—No cambies el tema, Nicholas —la expresión que tenía en el rostro, es exactamente la misma que me hacía cuando era niño... Cada vez que jugaba con mi pelota de fútbol dentro de la casa y terminaba rompiendo sus jarrones. Siempre decía "¡No puedo contigo, Nicholas! Todo el tiempo es lo mismo". Mis respuestas siempre fueron "Te amo, mamá". Entonces ella me miraba como si quisiera matarme, pero no lo hacía por lo mucho que me ama.



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