Una oscura profecía. Una ciudad en llamas. Una batalla en el pasado, y una batalla en el presente. Legionarios y Asesinos han estado enfrentados desde hace siglos. Ahora, el legionario con el estandarte del murciélago deberá marchar contra la cabeza...
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El sonido de los cañones disparando y sus proyectiles golpeando las murallas era abrumador. El pánico se respiraba por toda la ciudad mientras las personas corrían con temor. En la cima de una torre, un hombre ataviado con una armadura veía todo lo que acontecía. Su nombre, Constantino XI.
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—"Las murallas aún no han caído" —pensaba aquel cuyo destino estaba maldito con la carga de ser el último Emperador Romano—. Ruego a Dios y a la Santa Virgen María que estas continúen en pie".
—Mi señor —le interrumpió un soldado, a sus espaldas—. Encontramos lo que pidió.
Constantino caminaba con una antorcha en mano, junto al soldado que lo había llamado. La luz del fuego era lo único que iluminaba un oscuro pasillo, que parecía de una catacumba. Finalmente una luz brillante comenzó a verse al final del camino, siendo esta una hoguera. Alrededor de las llamas había otros guerreros con armaduras oscuras que observaban a un ser de apariencia extraña. Parecía un hombre anciano, pero sus ojos eran totalmente negros al punto que parecían vacíos y sin vida.
—Me dijeron que tú, anciano, puedes ver el futuro —habló el Emperador, con firmeza en la voz.
—Creí que ustedes, los adoradores de Cristo, ya no aceptaban las visiones y consejos de los de mi tipo —comentó con hiriente ironía, y una sonrisa burlona en su rostro.
—Roma fue grande en la época pagana, y el pasado no puede negarse. Por eso, he decidido escucharte.
El anciano sonrió, mostrando dientes amarillos y chuecos. Sus ojos inexpresivos provocaba que las muecas de su rostro se vieran incluso más inquietantes y aterradoras, pero Constantino lo miro a sus fosas abismales sin mostrar señales de temor. De hecho, hasta lo miraba de forma desafiante.
—He visto el futuro, gran Emperador.
—¿Qué es lo que viste? —cuestionó Constantino—. ¿Qué le depara a mi pueblo? ¿Qué ocurrirá con Constantinopla?
—Constantinopla va a caer. El Imperio Romano dejará de existir por completo, y el Imperio Otomano se alzara sobre su cadáver. Un Constantino la fundo, y un Constantino la esta por perder. Tú perderás esta ciudad, junto con tu vida.
